Revista Blanca, 15 de julio de 1929

 

ALBERTITO EN SU MEDIO

 

¡Qué delicioso escribir un libro, bueno o malo, y luego tener un periodista a disposición de uno!

Va y le dice:

–¡Chico!

–Hola, Alberto. ¿Tú por aquí? ¿Qué hay de nuevo?

–He escrito otro libro. Pásate mañana por casa. Hablaremos de él.

–¡Hombre, una interviú con este calor!

–No te apures. La tengo escrita. Tomaremos café, nos beberemos un par de copitas, nos fumaremos un par de habanos y luego nos sacarán unas fotografías.

A los dos días, sale la espontánea interviú en La Voz:

«– Mi obsesión literaria fue Maupassant, y en el libro de que le hablo estoy lejos del maestro  y cerca de Proust. Miro las almas al microscopio.

–Entonces, ¿rectificación total?

–Según. Se ve siempre en mí el escritor que parte de la realidad. Pero en este caso, yo, ¿como le diría?, descanso de mí mismo.

–Comprendido. Es interesante cuanto usted me dice... Vamos bien para la información.»

 

Los lectores de «Batiburrillo» se habrán hecho cargo del interés de la interviú  y de la espontaneidad del diálogo; pero lo mejor del café, del coñac y del habano está en el final:

«–Ya hemos hablado bastante... y me callo el desenlace. El símbolo de la novela es que la Idea no muere. El final del libro tiene una cierta originalidad. lea usted «El barco embrujado» y podrá apreciarlo.

–Tiene usted razón, Insúa. Lo que yo no sé es si mis lectores, cuando publique esta interviú se llamarán a engaño, ya que les hurtamos el final, que debe de ser interesantísimo. Pero, en todo caso, yo me limito a respetar su voluntad. ¿Está usted satisfecho de «El barco embrujado»?

–De verdad. Realmente satisfecho.

–¿Ha vendido usted muchos ejemplares?

–Muchos.

–¿Cuántos¿

–No se lo quiero decir a usted.

–Es que eso sería curioso.

–Pero a otros les parecería una vanidad que no siento...

 

José L. Mayral

 

No, don Alberto, no; todos estamos convencidos de que usted no es vanidoso y que ha perdido de su peso quince kilos, como era su deseo. Con los que le han quedado está muy bien; pero, por favor, no nos cuente el final de su libro para que mayor sea el interés del lector en comprarlo.

 

 

Publicado en La Revista Blanca, 15 de julio de 1929

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para

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