La Vanguardia, 3 de febrero de 1893
 

GUY DE MAUPASSANT

Notas íntimas

 

Guy de Maupassant nació cerca de Dieppe, el 5 de agosto de 1850, en una torre del castillo de Miromesnil, en el momento mismo en que el sol nacía...

Enseguida de nacido, el doctor Guiton tomó al niño en sus brazos y, con pretexto de que a su cabeza se le podía dar la configuración que se quisiera, empezó a apretar entre sus manos el cráneo del pobre infante, todo eso produciendo la desesperación de su madre. Tanta maña diose el doctor en revolver aquel cráneo entre sus manos pecadoras que le dejó una extraña conformación, capaz de despistar a los frenólogos más listos.

A los tres años Guy fue a vivir con su familia en el castillo de Grainville; después se trasladó con ella a Étretat, en donde dejó inolvidables recuerdos. No obstante, Guy de Maupassant no habitaba ahora esa casa tan llena de sus dulces recuerdos de la infancia: mandó construir una hermosa villa cerca de la casa paterna.

Comenzó sus estudios en un instituto eclesiástico de Yvetot, y tres o cuatro años después fue despedido de la escuela por haber comentado las lecciones de un digno profesor y atrevídose a abrir un curso de catecismo irreligioso... ¿Vinóle después la fe? No me atrevo a afirmarlo. Sea como quiera, sus doctrinas habían ya hecho adeptos cuando fue expulsado. Los buenos Padres se apoderaron entonces de todos los objetos de su pupitre. ¡Oh, escándalo! Entre sus cuadernos encontraron versos galantes... que ingenuamente atribuyeron a Alfredo de Musset. A los diecisiete años entró en la clase de retórica del liceo Rouen, para concluir sus estudios y allí trabó conocimiento con Flaubert, al cual no obstante ya había visto algunas veces en su infancia. Gustavo Flaubert había sido educado intelectualmente por un tío suyo, M. A. Lepoittevin, cuya madre era amiga de la infancia de la madre de Flaubert.

Guy de Maupassant, habiendo cumplido ya los veinte años, fue un día convidado por Flaubert a almorzar con él. Flaubert desde entonces obligóle a trabajar y a ir todos los domingos a su casa. Con tan precioso maestro para un principiante, Guy de Maupassant se rompió a escribir a la manera antigua, y pudo hacer el rudo aprendizaje de las letras sin caer en las payasadas de estilo que tanto horrorizaban a Flaubert, el cual le daba enseñanzas como la siguiente:

–Échate al suelo, decíale de una manera asaz brusca, y examina el tronco de un árbol. Cuando hayas descubierto en él algo que no haya sido nunca descrito por nadie, entonces, lo describes tú...

Y Guy escuchó sus consejos con una confianza ciega, siguió sus preceptos con una fe sincera, y durante siete años no publicó obra ninguna. Solamente algunos años antes de la muerte de su maestro, acaecida en Croisset en 1880, Guy de Maupassant le envío las páginas de una novela que hasta entonces había tenido secreta. La respuesta de Flaubert no se hizo esperar.

–Ahora va bien, le dijo, ¡eso es, muchacho!

Guy, por su parte, no se lo hizo repetir. Dióse prisa a hacer imprimir Boule de suif, que apareció en las Soirées de Medan, siendo seguida de cerca por un volumen titulado Des vers, en cuyo libro se encuentra, bajo el título de la Dernière escapade, una poesía que presentó a la Revue de Deux Mondes, y que le fue devuelta por ésta con una nota bastante severa. Lo mismo le sucedió en el periódico Le Voltaire, en el cual le fueron rechazados dos artículos que aquel diario calificó de ridículos, pero que fueron después aceptados por el director de Le Gaulois, quien le incluyó en seguida en la falange de sus chroniqueurs.

Unidos por lazos de amistad Guy de Maupassant y Gustavo Flaubert, quien le llamaba su discípulo, han hecho erróneamente creer que Flaubert había designado a su discípulo como su heredero intelectual. Y eso no es exacto: Guy de Maupassant fluctúa entre Zola y Daudet, teniendo del uno la intensidad del pensamiento y la crudeza de la expresión, buscada muchas veces, y del otro, el carácter estilista, si bien con alguna mayor sobriedad en las descripciones y menos prolijidad en los detalles. Su talento es suyo, es personal.

No describiré ahora su casa, porque se ha hecho ya varias veces... Allí, en su pequeño hotel, es donde vivió Guy de Maupassant en aquel artístico medio, donde la cerámica francesa rivalizaba con la cerámica de la vieja China, en un interior por todo extremo sobrio de tonos, pero de un gusto exquisito, dando los matices casábanse armoniosamente, sin el menor choque. Allí es donde vivió el hoy desgraciado Guy de Maupassant... cuando no andaba por las grandes carreteras, o no se encontraba en el mar o en las montañas, bajo espeso bosque o selva virgen, o no viajaba en vapor, en ferrocarril, en coche o en globo...

 

JORGE BASTARD.

 

Publicado en La Vanguardia el 3 de febrero de 1893

Fuente y propiedad de la hemeroteca de La Vanguardia http://hemeroteca.lavanguardia.es

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant/