La Vanguardia 15 diciembre 1973
«LE PLAISIR» DE OPHULS Y MAUPASSANT
Pocas veces cine y literatura se unen para dar
vida a una cinta de tal dignidad como sucede en «Le Plaisir», de Max Ophuls
(1952). Película que hemos visto recientemente en la Filmoteca que en la
temporada 73-74 se siguen cumpliendo los deseos de los aficionados al cine en
cuanto a ofrecer una programación de calidad. Del éxito de lo que se proyecta en
la calle de Mercaders da fe el hecho de que la sala se esté quedando
excesivamente pequeña para la cantidad de público que aspira a ver las
proyecciones.
La «nouvelle vague» inició una especie de reivindicación de Max Ophuls, el más
francés de los realizadores nacido fuera de Francia. La revisión de la obra de
Ophuls es importante. Tanto como azarosa resulta su biografía. Ophuls es un
exiliado desde 1933 y podría decirse que un desplazado de su patria - había
nacido en Sarrebruck en 1902 - desde los diecisiete años, cuando se trasladara a
Alemania para trabajar en el teatro.
Después del incendio del «Reichstag», cuando Hitler comenzó su campaña
antisemita, Ophuls se refugió en Francia. A los treinta y cuatro años tenía ya
una buena reputación como profesional en el teatro. El cine «Liebel» le
acreditaba. Esta película, que acaba de realizar, le servía de pasaporte, de
carnet de trabajo en otros puntos de Europa. Max Ophuls siguió su labor en
Holanda, en Italia, pero, sobre todo, en Francia. Allí rodó hasta 1940. Y de
nuevo el peligro nazi. El cineasta se trasladó entonces a los Estados Unidos,
donde comenzó una etapa dura y difícil. Tiempo de realizaciones, pero también de
proyectos abortados, de esperas, de pérdida de ilusiones.
En 1950, Ophuls, regresa a Francia, y comienza la etapa más brillante de su
carrera, que culminó en «Lola Montes» (1955), interpretada por Martin Carole,
Peter Ustinov y Anton Walbrock. Pero las dos primeras obras que Ophuls realizará
después de su regreso a Francia en 1950, fueron «La Ronde» y «Le Plaisir». Dos
películas que nacen de dos obras literarias importantes de la literatura
europea. «La Ronde» sobre argumento de «Der Reigen», de Arthur Schnitzler, y «Le
Plaisir», basada en tres cuentos de Guy de Maupassant: «Le Masque», «La maison
Tellier» y «La Modele».
Schnitzler y Maupassant, en sus narraciones, ponen el acento en lo erótico, un
erotismo de valor humano que sirve perfectamente a Ophuls para elaborar este
cine suyo tan directo, y al mismo tiempo sutil, de hondo contenido. Un cine del
que se ha destacado el barroquismo, un autor enclavado en la cinematografía
romántica, de un modo erróneo, o parcialmente erróneos. Porque en Ophuls nunca
se desorbita lo humano, sino que los problemas de los protagonistas entra en la
óptica de Ophuls con su dimensión. Con una preocupación principal hacia el mundo
de la mujer, en lo que el realizador veía de explotación de falta de comprensión
del universo femenino.
Resulta, pues, delicioso y recomendable visionar «Le Plaisir», de Ophuls y
Maupassant. En uno de los cuentos, «La Maison Tellier», el escritor francés,
discípulo de Flaubert, explica la salida de las pupilas de una casa de
prostitución, en un día de asueto frente a un mundo que desconoce y que, al
mismo tiempo que la libertad, significa la pureza. Ophuls, en este filme, da su
versión de la felicidad del placer y dice al fin que «la felicidad no es una
cosa alegre».
Tuve la oportunidad de ver casi una docena de películas de Max Ophuls en la
Última Semana de Cine de Valladolid. Hay que decir que el certamen ayudó a
clarificar la imagen del realizador fallecido en 1957. Si las obras de Ophuls no
son de vanguardia, sí lo resulta a los ojos que se enfrentan de nuevo a esas
proyecciones. La Filmoteca contribuye ahora también a dar a conocer al cineasta
incomprendido, cuyo brillante y vibrante lenguaje cinematográfico sigue vigente.
ÁNGELES MASO.