La Vanguardia, 24 de octubre de 2012
Guy de Maupassant. Buen Amigo (Bel-Ami) Traducción de
María Teresa Gallego. Alba. 528 páginas.
por Ada Castells
Esta es la historia de un joven apuesto con una ambición desmedida, un talento
refinado para conquistar mujeres y un talento nulo para escribir. A pesar de
este último aspecto, gracias a sus dotes de seducción y a unas cuantas
casualidades, consigue una columna en un diario que le permite salir de la
miseria y relacionarse con la alta sociedad del París de finales del siglo XIX.
Tal como nos recuerda
la traductora María Teresa Gallego, Maupassant escribió esta novela por entregas
y a toda prisa. El texto es un serial con amantes lujuriosas que entran y salen
como en un vodevil, componendas políticas con intereses económicos de por medio,
engaños estratégicos en la cama
y la sala de fumar, y estallidos de alegría y miseria. Y en pleno siglo XXI una
no puede evitar preguntarse, ¿cómo es que un folletín del XIX es considerado un
clásico? La clave está en un nombre, Guy de Maupassant, que casi se podría
convertir en sinónimo del buen oficio de escribir. El autor tiene una capacidad
para narrar extraordinaria y hace gala de una fluidez de texto y de una
constante y sabia dosificación de sus cebos de interés. Bel Ami es como
una escuela de escritura creativa concentrada en 523 páginas. ¿Asignatura?
Realismo puro. La otra clave la encontramos en los personajes. El protagonista,
Georges Duroy, que en esta traducción se conoce como Buen Amigo, evoluciona de
una manera muy coherente con su talante. El personaje esta secundado por figuras
tan atractivas como Clotilde, la más bondadosa y tontainas, la belleza que
mariposea en medio de un contexto despiadado, y Madeleine, la lista, sólida,
independiente en un tiempo en que una mujer no podía serlo, la mujer valiente
que elimina de la lista de los seres vivos a los hombres enamorados porque se
vuelven tontos, idiotas y peligrosos.
Ahora podemos ver estos personajes tan vivos en carne y hueso gracias a la
versión cinematográfica en la que Uma Thurman es madame Forestier y Robert
Pattinson, el seductor Bel Ami. En la cinta han explotado todos aquellos
elementos más espectaculares del libro, los palacios suntuosos, los carruajes,
los vestidos de seda escotados, la mansión cerca del mar... Con 102 minutos, sin
embargo, es imposible trasladar toda la sutileza de la novela, sobre todo porque
uno de sus aciertos es como evoluciona, sin pausa pero sin prisa. Ahora bien,
tanto en la película como en la novela encontramos bien definido un tema que nos
actualiza este clásico: el fin de llegar a la cima del poder económico justifica
todos los medios. Y no lo olvidemos, tener buenos contactos es fundamental.