Vida Galante, 18 de septiembre de 1902

 

CHISMES Y CUENTOS

 

Sin ellos no tendría encanto nada en la vida.

Esa comidilla satisface más que un banquete suculento, y todos nos juzgaríamos infelices si no pudiésemos entregarnos a la murmuración.

Murmuremos pues.

 

Hace unos cuantos números apareció en VIDA GALANTE un artículo de Guy de Maupassant firmado por Tomás S. Navarro.

Esto es un crimen de lesa literatura; pero mayor hubiera sido el delito si, de igual modo que por error de caja equivocóse la firma de esa manera, hubiese aparecido el otro cuento de Tomás S. Navarro firmado por Guy de Maupassant. ¿No es así?

Me escribieron cartas advirtiéndomelo (¡gracias por el favor!) diez o doce de los habitueés a esta revista; contesté a todos en la Correspondencia Galante explicando el hecho; pero como estos espíritus sagaces son de los que matan gorriones con bala, querían que yo confesara paladinamente mi error, no como de confección tipográfica, sino declarándome ignorante de solemnidad.Yo, que no he presumido de sabio nunca, sé, sin embargo, lo suficiente para no necesitar lecciones tan insignificantes.

Si yo no hubiese leído a Guy de Maupassant antes que esos señores, y no traducido, sino en su propio idioma... ¡medrado estaría!

Y cuenta que esto no es un alarde de erudición, porque la lectura del autor de Bola de sebo es elementalísima para cualquiera de los que a las lecturas nos dedicamos.

De todos modos, ello es un síntoma en pro de nuestra cultura general; el hecho apuntado demuestra que se ha leído y que se lee.

Y ese mismo puritanismo tan plausible que no ha aceptado una disculpa noble y sincera, es el que me induce a escribir estas líneas, exóticas en un periódico como VIDA GLANTE, cuyas columnas no dan espacio a la polémica literaria.

A raíz del hecho apuntado, recibí, entre el montón de originales que a diario llegan hasta mi, un Soneto titulado Lo grande y lo mezquino, firmado por M. Fuentes.

–¡Tate! – me digo.– Esto es añagaza de esos mismos o en caso contrario, va a servirme para aprovechar “gustoso la ocasión” de demostrarles que no es tan sencillo ejercer esa aduana literaria.

Con efecto: salieron los catorce versos firmados por ese usurpador, y nadie ha protestado.

De donde resulta que mis dulces amigos, los que me escribieron en aquella ocasión han pecado de ignorancia, no de error tipográfico, como yo.

Ahora me resta otra declaración que hacer.

El tal M. Fuentes, al enviarme el soneto, lo hizo con la intención, no de que yo “me colase” publicándolo, sino de que se lo rechazase, para poder entonces darse el gustazo de decirme: –¡Ah, ignorante! Ha desechado usted un soneto de Echegaray.

Pero yo, que soy perro viejo en estas cosas, maniobro a mi capricho y hago lo que me parece conveniente, siempre con la responsabilidad natural, que no sé eludir ni en ésta ni en ninguna ocasión.

Mi ilustre amigo don José me perdonará esta escaramuza insignificante de publicar a sabiendas un soneto suyo con firma usurpada, puesto que en nada se le podía mermar el gran prestigio literario de que disfruta. Por cierto, que ese mismo M. Fuentes, “colándose” (ahora si que es verdad) me envía otro soneto con la misma malísima intención.

Y con objeto de que el amigo M. Fuentes, vea que lo complazco, reproduzco su nuevo soneto sin decir de quien es, para ver si asoma por alguna parte la tan decantada erudición (¿) de que alardean mis cariñosos admiradores.

 

MIS PENAS

Pasa fugaz la alegre primavera,

rosas sembrando y coronando amores;

y el seco estío, deshojando flores,

haces apiña en la tostada era;

mas la estación a Baco lisonjera

torna a dar vida a campos y pastores;

y ya que el invierno anuncia sus rigores,

al tibio sol menguando la carrera.

Yo una vez y otra vez vi en mayo rosas

y la mies ondear en el estío:

vi de otoño las frutas abundosas;

y al hielo estéril del invierno impío,

vuelan las estaciones presurosas...

¡Y solo dura eterno el dolor mio!

MANUEL FUENTES.

 

Todo esto lo escribo... por gusto; porque a veces, satisfacen ciertos desahogos del espíritu... De este modo quedarán contentos mis favorecedores de la Correspondencia Galante, de los cuales seguramente ninguno habrá sido favorecido con la publicación de algo en Firmas Nuevas.

Porque ahora, hablando ya en serio, debo hacer constar que una de las mayores honras mías al dirigir VIDA GALANTE es la de admitir y publicar, sin reservarme para el elogio, todo aquello que tiene condiciones y estructura literaria. Como buen mortal tengo todos los vicios y todos los defectos imaginables, pero el de la envidia ¡nunca! Podría publicar cientos de cartas donde personas bien nacidas me demuestran un agradecimiento con el cual me juzgo mejor pagado que con ciertas frases encomiásticas. Y hasta aquí hemos llegado.

No crea esa docena de admiradores que abro palenque para batirme con ellos: tengo otras cosas muy serias en qué pensar para distraer el tiempo en tiquis-miquis de bajo vuelo. Hoy todo se reduce a trabajar y a hacerlo bien: de lo primero me ufano, de lo segundo dejo al público que lo diga.

Y si todos mis pecados como escritor, son lo de haber cometido un error tipográfico, cambiando una firma, me doy por absuelto. Lo lamentable es que no haya medio de cobrarles las costas a los litigantes temerarios de este pleito tan mezquino.

 

Al punto de ir a firmar, recibo un “aviso” de un señor que, cortésmente me “revela” el plagio. Gracias y le devuelvo el calificativo para su uso particular.

De todos modos me enorgullece el hecho de que hayamos estado “complicados” en esta ocasión Guy de Maupassant, Echegaray y... ¡un servidorito!

 

FELIX LIMENDOUX

 

 

Publicado en La Vida Galante, el 18 de septiembre de 1902

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para  http//www.iesxunqueira1.com/maupassant