EL FESTÍN VENGADOR Los
innumerables amantes que ella había preferido a mí, se reunieron en el festín
donde les ofrecí mi hospitalidad. La comida y la bebida les parecían tan
exquisitas que me felicitaban diciendo: Como, en su confiada imbecilidad, no tenían ninguna sospecha del negro proyecto que, a causa de una alcoba demasiado a menudo abierta, obsesionaba mi alma celosa, los innumerables amantes que ella había preferido a mí, se reunieron en el festín donde les ofrecí mi hospitalidad. Pero en los postres, palidecieron y se torcieron, y rodaron bajo la mesa con estertores, pues lo que les había dado a comer, eran sus candores, sus pudores, sus juramentos de eterno cariño; pues lo que les había dado de beber, eran sus sinceras lágrimas y la miel pura de sus besos; y murieron todos, envenenados, entre horrorosos dolores, los innumerables amantes que ella había preferido a mí. Traducción de
José M. Ramos |