INFIEL A SU PESAR

Es verdad, querida, que me he convertido en el más veleidoso, el más traidor, el más ingrato de los amantes de la tierra. Soy culpable de ello y me avergüenzo. Hacia todas las cabelleras al aire vuela mi deseo prendado de todos los perfumes, y en las bocas de vuestras amigas podríais encontrar el oloroso recuerdo de vuestros labios, pues allí lo he depositado.

Hubiese querido deber toda la primavera a una sola rama de lilas, todo el paraíso a un solo ángel, de tal modo eran honestos mis sentimientos, tanto hubiese deseado que no se dijese de mi: «He aquí el más veleidoso, el más traidor, el más ingrato de los amantes de la tierra » En él me he convertido, ¡es verdad querida!, soy culpable de ello y me avergüenzo.

¡Pero la culpa no es más que vuestra! Pues, con vuestros ojos que bajos otros ojos se extasiaron, con vuestro beso, rosa rápidamente abierta a las abejas, y vuestro seno, tórtola demasiado salvaje, vos me habéis dado, querida, en una noche de flirteos, vuestro corazón, y puesto que yo lo tengo en mí, puesto que, en mi pecho, se ha mezclado con el mío, ¿cómo, decidme, no he de ser el más veleidoso, el más traidor , el más ingrato de los amantes de la tierra?

Traducción de José M. Ramos
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