LA LIMOSNA SOÑADA Entre los
espinos de la callejuela, bajo las ramas de donde nievan las rosas, la más bella
de las mendigas, con los labios color de peonía y los ojos de color azul, se
acercó a mí, y, con aire muy piadoso, me dijo en voz baja: ¡Pensáis que me enterneció! ¡Qué le vamos a hacer!, Mésange, precisamente, acababa de reducirme a une estado tal, que la menor de las tiernas limosnas me hubiese resultado imposible, y yo consideraba con una inútil compasión, entre los espinos de la callejuela, bajo las ramas de donde nievan las rosas, a la más bella de las mendigas, con los labios color de peonía y los ojos de color azul. Pero ella, al
conocer la causa de mi involuntaria avaricia, dijo: Traducción de
José M. Ramos |