MÉSANGE1 Y LAS HERRERILLAS

He ido al mercado de los Pájaros; se encuentra en un lugar que se denomina la finca Saint-Martin; he dicho a un joven muchacho que me fue recomendado como el más formal y el más experto de entre todos los buscadores de nidos de pajarillos:
– Joven pajarero, deseo haceros ganar una suma considerable.
–La ganaré – respondió él con placer.
– Se trata de lo siguiente. Vos no ignoráis que los pequeños herrerillos regresan a nuestros climas hacia los últimos días del mes de abril.
– A veces antes.
–A veces antes, lo reconozco, y me alegro al comprobar que no me equivoco: haciendo negocios con alguien que conoce perfectamente las costumbres de esos seres alados. Así pues, los pequeños herrerillos regresan a nuestros climas los últimos días del mes de abril, a veces antes. Ahora bien, me consta que esos frívolos animalillos han obtenido y se han granjeado la peor de las reputaciones. Se suele decir que cambian con mucha facilidad de nido, tras la consumación de los noviazgos; y a menudo las hembras no regresan a dormir bajo la rama que les fue tan querida en un principio. En realidad esta ligereza de los herrerillos me sería completamente indiferente si no fuese porque están dando mal ejemplo a una joven persona que lleva el mismo nombre que ellos, y que, a causa de esta homonimia, podría verse tentada a imitarlas. Así pues, estoy dispuesto, joven pajarero, a ofreceros una suma considerable, si queréis aceptar la misión, por otro lado honorable, de acechar, desde su primer vuelo en nuestros jóvenes bosques, a todas las pequeñas herrerillas que lleguen de lejanos climas, y de hacerles observar lo que habría de inconveniente por su parte no mostrándose constantes en sus amores. Ellas, sin duda, no estarán muy conmovidas por el hecho de que su mala conducta cause en el más enamorado de los amantes una infinita desesperación; pero vos podréis convencerlas desde un punto de vista general, haciéndolas apreciar todo el merito, la virtud y el placer que consiste en dormir bajo las ramas en flor con la conciencia en paz.
El joven pajarero pareció pensar y luego preguntó:
–¿Y cuánto me ofrecéis vos a cambio de esta tarea múltiple y difícil?, pues muchos herrerillos regresan, desde la primavera, a nuestros bosques.
Yo respondí sin vacilar:
–Un millón.
Él pensó aún un instante, y finalmente dijo:
–Aunque la cantidad sea mediocre, le prometo que intentaré ganarla. Si, aconsejaré la fidelidad a los más frívolos animalillos alados. Pero es necesario que me prometáis una cosa a su vez, si queréis verme triunfar.
–¿Lo qué? – pregunté.
–Que su herrerilla – añadió, prorrumpiendo en carcajadas – ¡no dé mal ejemplo a las mías!

1. La palabra que designa el nombre de la protagonista de esta serie de relatos, la señorita Mésange, se traduce al español, entre otras, por el nombre común del pájaro denominado “herrerillo”. (N. del T.)

Traducción de José M. Ramos
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