LA NIEVE FALSA A esa nieve, que por la blancura se parece a las margaritas, a las margaritas de los prados, leales y auténticas adivinadoras de amor, ¿por qué no iré yo por el pálido camino a preguntarle, deshojando copo a copo, lo que ella augura del eterno beso que me ha jurado mi enamorada? Ciertamente, tan pura, ella no querría confundir sobre un punto de tal importancia al poeta que tan a menudo le dio a conocer la gloria de las bellas metáforas, esta nieve que por la blancura se parece a las margaritas, a las margaritas de los prados, leales y autenticas adivinadoras de amor. Pero no, no he ido por el pálido camino y no la he interrogado. Pues, en su visible candor, se parece también a tu seno, ¡oh, querida! a tu seno que tantas veces me engaña con falsos latidos; y sin duda ella habría mentido, como tus suspiros y tus delicias, ¡esta nieve que por la blancura se parece a las margaritas! Traducción de José M. Ramos |