EL SUEÑO AMARGO

Aquella que mi corazón desea, es aquella que no existe. Sin embargo ¡qué bellas son, en su perfumada floración, las morenas de cabellos como la noche, las rubias de cabellos como el alba, y las pelirrojas parecidas al crepúsculo ardiente de los atardeceres!

Tal es mi amargo sueño que, en un jardín encantado donde se abren tantas rosas, busco siempre otra flor entre todas las flores; aquella que mi corazón desea, es aquella que no existe. Sin embargo ¡qué bellas son, en su perfumada floración!

Y si el señor de los innumerable astros me ofreciese en un misericordiosos capricho el rosa Orion y el granate Aldebaran y Sirio, rubíes enormes, y todos los mundo blancos, gotas de la Vía Láctea: «¿Para qué privaros de ellos por mí?, diría yo al dador de estrellas; aquella que mi corazón desea, es aquella que no existe. »

Traducción de José M. Ramos
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