ROALD DAHL Y EL
CINE
por Marcelo di Marco
Al igual que este perro andaluz seguramente muchos de uestedes, queridos
congéneres, habrán ladrado de felicidad al leer los libros del grandioso Roald
Dahl. Y más de una vez habrán visto películas o cortos de televisión
inventadas por este genio. ¿Como? ¿Que no es así? Entonces..., ¡fuera de la
cucha, caramba, y vuelen a la librería o al video!
El nombre del gigante inglés Dahl
medía casi dos metros y empenzó a zumbar en las cabezas de la última
generación de cinéfilos cuando Nocolas Roeg filmó una sugestiva versión de
su novela Las brujas (1990), con Angelica Huston y efectos especiales del
inolvidable Jim Henson.
Hoy Dahl ya está definitivamente instalado en la perrera gracias a los últimos
estrenos de Matilda (1996) dirigida por el maestro Danny de Vito y Jim y el
durazno gigante (1996, con producción de Tim Burton). Sin embargo vería
arrellanándose en el trono de la literatura para cachorritos desde hacía largo
rato. Los números cantan: cerca de su muerte, Dahl vendía un millón de
ejemplares al año. En 1954 y 1959 se alzó en el Premio Edgar Allan Poe, uno e
los galardones más codiciados de la literatura fantástica y de misterio. Ya
había inventado a los gremlins en 1943, se había casado con la actriz
Patricia Neal en 1953 y después, en 1961, publico James y el melocotón
gigante. Pero las ventas millonarias y la fama llegaron en 1964 con Charlie
y la fábrica de chocolate. La historia de la visita de Charlie, azar
mediante, a la fábrica de chocolate Wonka, convirtió a Roald Dahl en el autor
más popular del género infantil. ¿A qué cachorro no le gustaría en contrar
en el envoltorio de su chocolatín el billete dorado que la habilita para
visitar esa aromática empresa? Y la versión cinematográfica dirigida en 1971
por Mel Stuart y con Gene Wilder haciendo del chocolatero, reconstruye
admirablemente el ambiente dickensiano de la novela.
Como autor de libros para grandes, A
Dahl se le fue la mano con Mi tío Oswald (1979, publicado en Anagrama),
irreverente novela que cuenta las andanzas de un arrogante dedicado a la
comercialización de genuino esperma de genios (¿a qué amable lectora de
pedigrí no le hubiera gustado tener cría de Joyce o de Picasso, por ejemplo?).
Historias extraordinarias y Relatos de lo inesperado recogen lo
mejor de las narraciones fantásticas de Dahl y fueron editados en castellano
tambien por Anagrama en 1983 y 1987. Su cuento "Jalea real", incluido
en Relatos de lo inesperado es sencillamente escalofriante, y bastaría
ese solo título para instalarlo como maestro del horror. ¿Policiales? como no:
muchos recordarán la versión televisiva que hizo Alfred Hitchcock de Cordero
asado ("Lamb to the salughter". Alfred Hitchcock presenta, 1958).
La impresionante historia de la esposa despechada que asesina a su marido
reventándole la cabeza con una pata de cordero que después sirve a la policía
con papas y todo (en "Que he hecho yo para merecer esto" (1984), Pedro
Almodóvar parodia deliciosamente este cuento que ustedes podrán disfrutar
también en Relatos de lo inesperado)
Empleado de la Shell en África,
agente del servicio secreto británico, el futuro escritor protagonizó desde el
aire la Segunda Guerra Mundial: como piloto de la Royal Air Force combatió en
Libia, Grecia, Palestina, Siria, Irak y Egipto. En 1940 le derribaron el avión
y tuvo que convalecer durante seis meses por un gravísimo traumatismo de
cráneo. Y así nació a la literatura: C.S. Forester, uno de sus autores
favoritos, le pidió notas en las que Dahl narrara sus aventuras bélicas para
estimular el patriotismo de los muchachos. El pichón de narrador no se hizo
rogar y el Saturday Evening Post comenzó a publicarlo, y Dahl pronto vio
crecer su prestigio como autor de historias breves. Una vez casado, se dio a la
grata tarea de pasar por escrito los relatos que les contaba a sus cuatro hijos.
Así de simple. Con los años, Roald Dahl devino también guionista de cine:
tiene una de James Bond, "Solo se vive dos veces" (You Only Live Twice,
1967), y "Chitty Chitty Bang Bang" (1968), la del auto volador que
manejaba Dick Van Dike a duras penas.
Además de la aventura, la tragedia estuvo
presente en la vida de Dahl. En 1962 perdió a su hijita Olivia, de ocho años,
y en 1965 la Neal sufrió una hemorragia cerebral que estuvo a punto de dejarla
ciega e inválida (el proceso de la grave enfermedad y la amorosa ayuda de Dahl
s e cuentan en "La historia de Patricia Neal", 1981, una película
para la televisión en la que Dick Bogarde hace de Roald y Glenda Jackson de
Patricia.
Hay otro distintivo para su carrera, y es
que Dahl supo despertar como pocos las iras de la jauria de la vereda de
enfrente: más de un imbécil ladró acusándolo de anti social, brutal y
antifeminista. Pero un genio siempre encuentra la réplica adecuada, y la suya
era "Nunca recibo protestas de los chicos. Las tías aplastadas son una
fantástica compensación". No está nada mal, teniendo en cuenta que el
autor recibía dos mil cartas semanales de parte de sus pequeños amiguitos.
Así era Roald Dahl, todo un gran danés.
Bien, mis queridos parientes, eso es todo
por hoy. Aúllenle a la misma luna que yo hasta que nos veamos de nuevo el mes
que viene.
Extraído de la revista "El perro andaluz". Sección El cine en la literatura/La literatura en el cine, por Marcelo di Marco