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© José Ramos

Principal | Teatro

EN LA FEUILLE DE ROSE4. UNA CASA TURCA
( Á la feuille de rose. Una maison turque )

PERSONAJES

Miché ( proxeneta ); Cresta de Gallo ( mozo del burdel ); Señor Beauflanquet ( Alcalde de Conville ); Señora Beauflanquet ( Alcaldesa de Conville ); Léon ( enamorado de la Sra. Beauflanquet ); Raphaële, Fatma  y Blondinette ( Empleadas del burdel ) ; Un pocero; Un capitán retirado; Un joven; Un soldado; Un marsellés; Un inglés

La escena transcurre en el París de nuestros días, en el salón de un burdel.
El salón está decorado con motivos orientales, con tres puertas al fondo y divanes a derecha e izquierda.

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ESCENA I

Miché - Cresta de Gallo

MICHÉ.- Bien, Cresta de Gallo, ¿ está todo listo ?
CRESTA DE GALLO.- Sí, Señor.
MICHÉ.- Vamos, aprisa, aprisa, no perdamos ni un instante que los negocios no van tan bien.
CRESTA DE GALLO.- Señor, acaban de traer los nuevos anuncios ( Le da un paquete.)
MICHÉ (leyendol) Ah! bien, habrá que procurar distribuirlos discretamente.
CRESTA DE GALLO.- Cuente conmigo, Señor.
MICHÉ.- Veamos eso (lee) « La Feuille de Rose, casa turca, salones y baños amueblados. »
CRESTA DE GALLO.- Bien amueblados.
MICHÉ ( leyendo).- « Compañía selecta y distinguida, atenciones y distracción. Esta casa se ha construido completamente nueva a semejanza de las de Turquía y se recomienda en particular a la alta sociedad. Se hablan todos los idiomas.»
CRESTA DE GALLO.- Eso no es ninguna tontería. Ha tenido una gran idea, patrón.
MICHÉ.- He vestido a mis chicas de turcas. ¡ Eso es !
CRESTA DE GALLO.- Una casa turca no se encuentra todos los días, y además el burgués es un apasionado de las turcas.
MICHÉ.- Sin eso, a fe mía, no sé como podría haberle dado publicidad.
CRESTA DE GALLO.- No tiene usted más que tres chicas en la casa.
MICHÉ.- Una que ha perdido su traje de baile.
CRESTA DE GALLO.- Otra que mata moscas y sorprende a los visitantes.
MICHÉ.- Solo Raphaële es presentable.
CRESTA DE GALLO (suspirando).- ¡ Ah ! ¡ Raphaële !, también ella ha estado al pie del cañón toda la semana.
MICHÉ.- ¿ Has acabado ?
CRESTA DE GALLO.- Si usted cree que resulta agradable ver a la mujer que se ama...
MICHÉ.- Todo eso son tonterías, tu quieres tomar mi puesto, ¿ no es así? Pues bien, no te arriesgues a perder tu situación por sensiblerías. Venga, voy a ver si ya se han vestido. (sale)

ESCENA II

CRESTA DE GALLO (solo) ¡ Raphaële ! (cepillando el canapé). Vaya por Dios, aún hay una mancha que no había visto (toma una palangana sobre el canapé y frota la mancha.) ¡ Ah ! ¡ putas ! Podrían poner más atención. Y aquí una no ha utilizado condón. Pero, ¿ a ver lo que tengo para esta noche? (abre un cajón y extrae un puñado de condones). Las tres (cuenta lentamente) uno, dos, tres (encuentra uno con sangre en su interior.) ¡ Ah ! no podré nunca limpiar este, seis...siete,...diez, ocho... Uno roto.
(lo examina y  sopla dentro.)
¡ Ah mierda !... este ha servido a Blondinette, y está pinchado.
(Sopla en otro.)
¡ Ah ! este podrá volver a usarse. Creo que será la última vez. Venga, limpia, lava, cepilla, frota, enjabona. Quién lo hubiese dicho hace cinco años, cuando estaba en el seminario. ¡ Ah ! miserable criatura, ¿ qué has hecho de mi ? ¿ Por qué el cielo ha querido que volviese a encontrar a esa maldita lavandera que entonces repasaba mis remiendos, y, merced a la que estoy ahora condenado  a revisar los condones. ¡ Sucio oficio ! ¡ Hay que ver hasta donde nos precipitan las mujeres !... Jamás podré liberarme de esto. Es cierto que ella se encuentra todavía más bajo que yo. ¡ Ah ! Raphaële, vive aquí, sin remordimientos y sin añorar el pasado. Y yo sin embargo la amo...Hoy tengo ocupaciones. ¡Desgraciado Cresta de Gallo! Ellas me han puesto Cresta de Gallo, las muy guarras. Llamarse Cresta de Gallo, cuando hoy debería llamarme Abad Lecoq1 ! ¡ Ah, mujeres, mujeres !

ESCENA III

Cresta de Gallo - Un pocero

CRESTA DE GALLO (al pocero).- ¿ Qué desea ?
EL POCERO.- Vengo a vaciar la mierda, los retretes... Soy  po... po... po...
CRESTA DE GALLO.- ¿ Qué polla ?
EL POCERO.- Pocero.
CRESTA DE GALLO.- No son horas.
EL POCERO.- Es siem...siempre a esta hora cuando se... a esta hora cuando se los vacía.
CRESTA DE GALLO.- Aquí no, puesto que se trabaja de noche.
EL POCERO.- Voy a esperar a que se haya acabado el tra... tra...el trabajo.
CRESTA DE GALLO.- Váyase. Es imposible. Venga... a cagar de campo, no me enmierde.
EL POCERO.- (colérico) No, señor, yo no enmier...enmierdo...Al con...al con...al contrario, ¡ yo desenmierdo ! ¡ yo desenmierdo !
CRESTA DE GALLO.- Váyase usted, señor, váyase ya. (El pocero sale.)

ESCENA IV

Cresta de Gallo - Miché
Señor y Señora Beauflanquet

MICHÉ (saludando ceremoniosamente) Perfectamente, Señor. Pero ¿ con quién tengo el honor de hablar ?
SR. BEAUFLANQUET.- Señor Beauflanquet, Alcalde de Conville, y Señora Beauflanquet, mi esposa.
MICHÉ.- Así que usted viene de parte del Sr. Léon. Le aseguro que no lamentará haber entrado en mi casa.
SR. BEAUFLANQUET.- Esperamos, señor, haber entrado en un buen hotel. Denos una bonita habitación, dos camas y un cuarto de baño.
MICHÉ.- Sí, señor, descuide.
SR. BEAUFLANQUET.- La casa es tranquila ¿ verdad ?
MICHÉ.- Muy tranquila. Usted podrá dormir a brazo partido.
SRA. BEAUFLANQUET.- ¡Ah! amigo mío, creo que Léon ha hecho muy bien enviándonos aquí.
MICHÉ ( a Cresta de Gallo) Conduce a la Señora y el Señor a la habitación amarilla.
(Salen)

ESCENA V

Miché - El pocero

MICHÉ.- ¿Que quiere usted ?
EL POCERO.- Quiero la llave, llave...la llave de...
MICHÉ.- ¿De quién? ¿Cleopatra?2 Está en Saint-Lazare.
EL POCERO.- No, la llave del pozo negro, las de los retretes...
MICHÉ.- Pero hombre, vuelva usted a las cuatro de la mañana, no a esta hora, cuando se pueda vaciar eso aquí.
EL POCERO.- Es que a esa hora yo estaré ocu...ocu...ocupado.
MICHÉ.- Bueno, vuelva usted, vamos...
EL POCERO.- Hacer venir a las personas.... eso no es tener pi...pi...piedad.
(Miché lo empuja y el pocero sale.)

ESCENA VI

Miché - Cresta de Gallo

MICHÉ.- (oliendo su mano).- ¡ Aggg ! ¡ Aggg ! Y pensar que hay personas con estómago para ejercer semejantes oficios.
CRESTA DE GALLO (entrando).- ¿ Que es todo esto ? ¿ Quiénes son las personas que acabo de acompañar ?
MICHÉ.- Es un burgués que el Sr. Léon me envía con la burguesa que se quiere tirar.
CRESTA DE GALLO.- El caballero tiene cabeza de cornudo. Pero ¿ cómo va usted a organizar eso ? Hay que tener cuidado con la policía.
MICHÉ.- Este asunto no me viene nada mal. Haré pagar al marido y al amante, lo demás no me importa. A fe mía que es un buen negocio.
(se frota las manos)
CRESTA DE GALLO.- ¡ Que feliz ! como pez en el agua.
MICHÉ.- ¿ Que es lo que dices de un pez ?. Ya está bien de bromas. Por favor, Señor Cresta de Gallo.
CRESTA DE GALLO.- Yo, Señor...no, nada. (aparte) No se habla de sogas en la casa de un ahorcado.

ESCENA VII

Miché - Cresta de Gallo - Léon

LÉON.- Saludos, Miché.
MICHÉ.- Señor Léon, a su disposición.
LÉON.- Usted ha debido recibir a un caballero y a una dama que he enviado a su casa. Encuentre un medio de enredar al marido.
MICHÉ.- ¡Ah, ah! ya lo veo venir. No está mal...la burguesa.
LÉON.- ¿ Qué quiere que le haga ? Sé bien que es impropio enviarla aquí. Pero tengo unas ganas locas de acostarme con ella y no tengo otros medios de conseguirlo... Vuestra complicidad será bien remunerada.
MICHÉ.- ¡Oh, cuente conmigo! Haré todo lo que esté en mi mano, aún lamentando que mi establecimientos no os satisfaga.
LÉON.- Vuestras chicas son encantadoras, pero una mujer de mundo...Eso es otra cosa. Esa mujer que se ofrece, se entrega, que nos pertenece completamente. Esa es la mujer que me gustaría poseer.
MICHÉ.- ¡Coño ! Debe tener cuidado. Perderse por las burguesas. Yo soy vuestro hombre.
LÉON.- Si esto resulta, sabe, daré, daré... Ahora hágame subir una botella de champán y un pollo frío, pues me muero de hambre.
MICHÉ.- Buen negocio.
(Léon y Cresta de Gallo salen.)

ESCENA VIII

Miché - Un jorobado

MICHÉ.- ¿ Conoce usted a alguna de esas damas ?
EL JOROBADO.- No señor. Pero no pido otra cosa que conocerlas.
MICHÉ.- Voy a llamarlas.
(sale).

ESCENA IX

El JOROBADO.- No hay nada como un burdel. He disfrutado de las mujeres de mundo, pero no quiero más. Cuando uno se relacina con una de ellas, no puede luego desprenderse, y además con esas pizguatas, son necesarios un montón de amaneramientos, hay que pagar caro por su persona. A mí, me gusta meterme dentro de un habito negro. Y luego hay que tomar un montón de precaucionas para comprometerlas, sin contar que hay días en los que uno se hace el primo, mientras que aquí las mujeres son siempre tan amables...
(Las mujeres entran)

ESCENA X

El jorobado - Raphaële - Blondinette - Fatma

LAS MUJERES.- Hola, señor.
EL JOROBADO.- Señoras, les presento mis respetos.
RAPHAËLE.- Haga su elección, señor, nosotras somos muy amables, muy corteses, muy guarras.
EL JOROBADO.- No lo dudo, señoras, no lo dudo. Nada más veros puede adivinarse.
RAPHAËLE.- ¡ Es muy mono el pequeñín ! ¡ Y bastante gentil ! Vamos, decídase. Elija a una de nosotras.
EL JOROBADO.- Es que estoy muy indeciso para elegir.
RAPHAËLE.- Yo en vuestro lugar no tendría dudas.
EL JOROBADO.- ¿ Cómo es eso ?
RAPHAËLE.- Yo tomaría a Raphaële.
EL JOROBADO.- ¡Ah! muy bonita... muy bonita...
RAPHAËLE.- Mientras esperamos a que elija, ¿ invita usted a algo ?
EL JOROBADO.- Oh gracias. No tengo sed. No bebo nada entre comidas.
FATMA.- Que gentil es este amor. Vamos, decídete Apolo mío.
EL JOROBADO.- ¡ Ah ! me haces ruborizar.
FATMA.- Tu debes ser de Chartres.
EL JOROBADO.- ¿Por qué dices eso ?
FATMA.- Porque eres de Beauce3.
EL JOROBADO (herido en su amor propio).- Tú, tu debes ser de Asnières.
FATMA.- ¿ Por qué ?
EL JOROBADO.- Seguro que te has tragado una rata muerta del Gran Colector.
FATMA.- ¡ Acaba ya, camello !
RAPHAËLE.- Vamos ¡ ven, mi chiquitín !
EL JOROBADO.- Tú, tu me calientas, tienes aspecto de buena chica y además tienes de lo otro.
RAPHAËLE.- Y también tengo unos talentos peculiares.
EL JOROBADO.- Eso, eso me entusiasma, porque me gusta todo completo.
RAPHAËLE.- Ven, me la meterás como quieras.
EL JOROBADO. -Vamos, vamos, ¡ me perviertes !
CRESTA DE GALLO (entrando con confusión) ¡ Siempre Raphaële ! ( al jorobado) ¿ Necesita seguridad ?
EL JOROBADO.- Sí, nunca es perjudicial. (examina los condones)
CRESTA DE GALLO.- ¿ Señor quiere pagar ? (el jorobado paga) El señor no olvidará al mozo.
EL JOROBADO.- Puedes estar tranquilo, nunca olvidaré tu fisonomía.
(sale con Raphaële.)
(Cresta de Gallo hace un movimiento desesperado.)


ESCENA XI

Miché - Cresta de Gallo -Fatma
Blondinette - Señora Beauflanquet

CRESTA DE GALLO (depositando el dinero en las manos de Miché) Un trabajillo de la Señora Raphaële.
SRA. BEAUFLANQUET ( entrando ).- Me ha parecido oír la voz del Sr. Léon.
MICHÉ.- Si, señora, acaba de llegar y creo que estará encantado de veros.
SRA. BEAUFLANQUET.- Mi marido se ha acostado y se ha dormido  mientras yo desembalaba mis efectos, voy a despertarle para que vea a su primo.
MICHÉ.- No vale la pena, ya voy yo.
SRA. BEAUFLANQUET.- (advirtiendo la presencia de Fatma y Blondinette) ¡ Ah ! que curioso atavío el de esas damas.
MICHÉ.- (rascándose la oreja « aparte ») ¡Diablos! (en alto) Sí, señora, yo le explico. Esas damas forman parte de la Embajada turca. Su Excelencia el Sr. Embajador ha querido confiarme la guardia de su harén.
SRA. BEAUFLANQUET.- ¡Ah! son damas turcas y hablan.
MICHÉ.- Hablan todas las lenguas ( aparte) ¡Hum! (alto) ¡Ah! disculpe, hablan el francés como usted y yo.
CRESTA DE GALLO (entrando).- Señor Miché, el jorobado está discutiendo con la señorita Raphaële.
MICHÉ.- ¡ Ah ! ¡ ese gusano  !, espérame.
(sale)

ESCENA XII

Raphaële - Fatma - Blondinette
Señora Beauflanquet - Cresta de Gallo

RAPHAËLE (entrando y hablándose a si misma ).- Ese bruto, bajo pretexto de que ha descargado en su pantalón, no quería darme mi parte. (Toma su dinero en su media. Se da cuenta de la presencia de la Señora Beauflanquet) ¡ Una nueva ! (La señora Beauflanquet la saluda
SEÑORA BEAUFLANQUET.- Señoras, he oído hablar mucho del interior de los harenes, pero jamás tuve la ocasión de visitar uno.
RAPHAËLE.- ¡Ah! es la primera vez que entra en una casa.
SEÑORA BEAUFLANQUET.- Turca...sí, señora.
RAPHAËLE.- Sin embargo usted ha visto mundo con frecuencia.
SEÑORA BEAUFLANQUET.- ¡ Ah ! Desde luego, señora.
RAPHAËL.- ¿ Ha practicado todas las posiciones ?
SEÑORA BEAUFLANQUET.- No, el Señor Beauflanquet no cambia nunca.
RAPHAËLE.- ¿ Quién es ese Beauflanquet ? No conozco a ese chulo.
SEÑORA BEAUFLANQUET.- ¡ Chulo !. Ese debe ser un título turco.
RAPHAËLE.- ¿ Que tal hace usted la feuille de rose 4?
SEÑORA BEAUFLANQUET.-¿ Pétalo de rosa ? (aparte) ah sí, unas confituras de Turquía (en alto) nunca lo he comido.
(Las mujeres rompen a reír)
FATMA.- ¡No conoce la feuille de rose! ¿ Qué es lo que hace entonces ?
RAPHAËLE.- ¿ Y el saladito entonces ?
SEÑORA BEAUFLANQUET.- ¡Ah! eso sí.
RAPHAËLE.- ¿ Conoce la galga ?
SEÑORA BEAUFLANQET.- Sí.
RAPHAËLE.- ¿ El perdigón - el travieso - el sesenta y nueve - la perezosa - la carretilla ?
SEÑORA BEAUFLANQUET (asombrada).- Sí, yo conozco esas cosas (aparte)  Que preguntas más raras hacen las mujeres de Turquía. Se me había dicho en tantas ocasiones que las odaliscas eran unas ignorantes.
RAPHAËLE.- ¿ Le gusta ahuecarse el gato ?
SEÑORA BEAUFLANQUET.- ¡ Oh ! Adoro los gatos.
RAPHAËLE.- ¡ Ah ! bien, pues tenemos los mismos gustos, yo os ofreceré el mío.
MADAME BEAUFLANQUET.- No pido nada mejor. Estoy muy privada cuando no lo tengo.
RAPHAËLE (acariciándola).- Nos entenderemos muy bien, monadita.
MICHÉ (entrando con Cresta de Gallo) Señora, el Sr. Léon os espera.
SEÑORA BEAUFLANQUET.- ¿ Y mi marido ?
MICHÉ.- No se inquiete, yo lo he avisado.
(La señora Beauflanquet y Cresta de Gallo salen.)

ESCENA XIII

Raphaële - Miché - Fatma

MICHÉ.- Vamos, chicas, hoy se trata de utilizaros. Libro una batalla y tengo que utilizar mi vieja guardia.
FATMA.- ¡Ah! bien, que diplomático.
MICHE.- Prestad atención. Es un una propuesta histórica. Vamos, escuchadme. Hay aquí un cliente del que debo encargarme durante una o dos horas. Si él viene a meter su vil hocico por aquí, tratad de trabajarlo con propiedad; haced que salga; hay mucho que ganar para todo el mundo, y si se hace el remolón dad cuenta de él.
RAPHAËLE.- Esté tranquilo.
CRESTA DE GALLO (entrando).- Atención todo el mundo. Llega el Capitán.

ESCENA XIV

Los mismos - El Capitán

MICHÉ.- Vamos, colocaos, mis nenitas. Un pequeño cuadro siempre es de buen efecto.
EL CAPITÁN.- ¡ Bien ! las nenas y el servicio. Siempre firmes en el puesto.
RAPHAËLE.- Siempre General.
EL CAPITÁN (haciendo un gesto de esgrima) ¿Estás lista para un pequeño asalto ?
RAPHAËLE (imitando su gesto)  Ciertamente General, es un honor que me hace.
EL CAPITAN.- No haré nada.
RAPHAËLE.- Por obediencia.
EL CAPITÁN.- Defendeos (las mujeres lo rodean y lo acarician) Vamos acabemos, ustedes saben bien que no me gustas estas cosas. No tengo necesidad de ser excitado; yo no soy como vuestros mirlos blancos  y vuestros borrachitos.
FATMA.- Vamos, General, elegid.
EL CAPITÁN.- Veamos, formemos filas (elevando la voz). Firmes, pelotón.
RAPHAÉLE- Toque, toque, General.
EL CAPITÁN.- Esta bella siempre tan espiritual. Alineación derecha, firmes. Pelotón, derecha  - Bonito culo la primera - Pelotón, giro a la derecha.- Numero 1, tres pasos adelante, paso ligero.
RAPHAËLE.( da tres pasos adelante) Gracias por la elección, mi General.
CRESTA DE GALLO (aparte) ¡ Otra vez eligen a Raphaël ! (al capitán) La contraseña, mi General (El capitán paga) ¿ Desea usted un preservativo para su sable ?
EL CAPITÁN (rechazando un condón que le ofrece Cresta de Gallo) Jamás. Yo no me sirvo de ese artilugio ¿ Acaso se pone un forro en el sable para ir a la carga ?
CRESTA DE GALLO (aparte) Más bien a la descarga.

ESCENA XV

Fatma - Blondinette - Cresta de Gallo -Miché

CRESTA DE GALLO.- Un trabajillo de la Señora Raphaële.
MICHÉ.- Trabaja bien esa Raphaële.
FATMA.- Tiene suerte esa zorrona.
BLONDINETTE.- No sé que le ven
FATMA.- Sin embargo puede vanagloriarse de trabajar tan bien.
CRESTA DE GALLO.- ¿ Acaso hay alguna de vosotras que pueda emularla ?
FATMA.- Se diría que se la toma al peso, semejante vaca, haría mejor mostrándose en la feria.
CRESTA DE GALLO.- Cállate, con tus aspavientos y tus piernas de tenazas, cuando abrazas a las personas, éstas creen recibir bastonazos.
MICHÉ.- Vamos, ¿ se ha acabado todo esto ? Si yo no os tuviese, estaría fresco; no hay que discutir aquí.
CRESTA DE GALLO.- El señor rinde justicia a nuestro mérito.
FATMA.- ¡Eh! aquí está el becerro.
CRESTA DE GALLO.- Cuando tengas tanto talento como ella, podrás hablar.
FATMA.- ¿Talento? Como si una tuviese que volver a aprender.
CRESTA DE GALLO.- Sé bien que tienes la experiencia de la edad, tal vez te hayas acostado con Matusalén.
MICHÉ.- Vamos, callaos, ¿ se acabó este caos ?
FATMA.- Es él quién me abronca, este renegado del hisopo.
MICHÉ ( a Fatma).- ¿ Quieres callarte ?
CRESTA DE GALLO.-  ¿ Por que critica a Raphaële esta sucia zorra ?
MICHÉ ( a Cresta de Gallo ) ¡ Se acabó !
FATMA.- ¿ Será necesario poner guantes para hablar de tu puñetera novia ?
CRESTA DE GALLO (furioso) Repite eso, que te estampo mi puño en tu boca.
FATMA.- ¿ Tú ?
CRESTA DE GALLO.- Sí, yo
MICHÉ (separándolos).- Veamos, voy a arreglaros pedazos de golfos.
CRESTA DE GALLO.- El señor tiene razón. La cólera es mala consejera, nos hace perder la cabeza. Es mi falta después de todo, y confieso humildemente mis errores, pues soy yo quién debería dar buen ejemplo aquí. Fatma, ¿ quieres darme la mano ? Sepamos perdonar las ofensas y no olvidemos que no se debe hacer a otro lo que no se quiere que nos hagan a nosotros. En lugar de hablar mal del prójimo, esforcémonos...
FATMA (riéndose) ¡ Venga ya ! He aquí el abad que predica. ¡ Mierda !
MICHÉ.- Atención, alguien entra.

ESCENA XVI 

Los mismos - Raphaële - Un marsellés

RAPHAËLE (volviendo a entrar) ¡Magnífico! He aquí un hombre que me gusta; nos hace eso en dos tiempos.
UN MARSELLÉS (entrando) Hola, hermozaz.
LAS MUJERES.- Entrad pues, somos muy amables, muy educadas, muy guarras.
EL MARSELLÉS.- Yo zé bien que eztaiz aquí para ezo. Faltaría maz que no fuezeis guarraz, zino al día ziguiente nadie vendría a veros, pequeñaz.
(las mujeres lo rodean)
RAPHAËLE.- Elegidme queridito.
EL MARSELLÉS.- Y yo zé bien. Y como quierez que yo elija, siendo todas maravillozamente bellaz. Yo eztoy muy confundido, zoiz todaz encantadoraz.
RAPHAËLE.- Yo en vuestro lugar no tendría ninguna duda.
EL MARSELLÉS.- ¿ Y ezo ?
RAPHAËLE.- Yo elegiría a Raphaële
EL MARSELLÉS.- Raphaële, apuezto que zoiz voz; solicito ver las habitacionez.
RAPHAËLE.- Venid.
EL MARSELLÉS.- ¿ Quierez que te lo haga ? No podré forrar mi dedito. ¡ Bravo por la querida Marzella! Uzted no conoce la Canebière5. Allí hay hermozaz mujeres que lo tienen tan grande como mi zombrero. ¡Trono de Dioz! si hazta ze puede uno introducir allí dentro.
MICHÉ.- Venga bromista, uno conoce la Canebière, ¡como si las pollas marsellesas fuesen más poderosas que las de los demás !
EL MARSELLÉS.- ¡ Laz pollaz marzellezaz ! Son como el mazcarón de proa de un navío. ¡Y no oz guztaría si tuviezeiz una entre laz nalgaz, 
MICHÉ.- A mí desde luego que no.
EL MARSELLÉS.- ¡ Zin contar que deberíaiz tener un famozo culo para recibirla ! Una polla marzelléza, mirad, cuando me empalmo zoy terrible, y me empalmo ziempre. Una vez, amigo, me había acoztado con una mujer, dezgraciada,  la follé, la bifollé, la trifollé, la refollé, y cuando hube acabado, en la duodécima vez, zin interrupción, advertí que eztaba muerta. Mi polla le había agujereado el vientre, y el médico, que certificó la defunción, reconoció que había zido axfiziada por mi polla que le había entrado en la garganta.
FATMA.- Pues bien, gracias, tu puedes hurgar que yo follo contigo.
MICHÉ.(burlándose).- Pues fíjate, yo en un incendio un día subí al cuarto piso de una casa que estaba en llamas. Había allí cuatro personas que salvar. Tomé al marido sobre mi espalda, al padre de la mano derecha, la madre de la mano izquierda, quedaba la esposa, ¿cómo hacer? La subí a caballo sobre mi polla, y descendiendo la escalera, sin detenerme, me la follé cuatro veces, una vez en cada piso.
CRESTA DE GALLO. Ahi tiene, sí señor, él se empalma como el obelisco.
EL MARSELLÉS.- ¡ El obelizco ! para mí una minucia cuando debía cazarme
RAPHAËLE.- ¡ Ah ! estáis casado.
EL MARSELLES.- Eztoy feliz ziendo viudo. Mi futura ezpoza me tentaba de tal modo cuando le hacía la corte que, al volver a mi habitación por la noche, y quería mear en mi bacinilla, era impozible, mi polla eztaba enhiezta. Habría mojado todo el techo, ezo era tremendo, ¿ qué habría hecho uzted ?
CRESTA DE GALLO.- No lo sé.
MICHÉ.- Yo habría meado por la ventana.
EL MARSELLÉS.- ¡ Y los vecinoz, coño ! ¡ Metí la polla por la chimenea y meé por encima de loz tejadoz !
MICHÉ.- ¡ Bien ! Voy a mostrarle algo que jamás ha visto. Es la polla de mi abuelo que he hecho disecar. Es todo lo que me ha dejado, y verá como se lo gastan los miembros de mi familia. (dirigiéndose a Cresta de Gallo) ¡ Vamos, descubre el objeto !
(Cresta de Gallo abre las cortinas del fondo. Se ve un inmenso pene de cartón colgado en la pared)
EL MARSELLÉS.- ¡ Ah ! Confiezo que nunca he vizto nada parecido. Y cuando se empalmaba debía zer bien hermoza.
(Saluda al falo)
MICHÉ.- ¡ Señoras, por el poder de vuestros encantos concededle su primer vigor !
(las mujeres hacen unos pases con plumas de pavo real y bailan con paso oriental alrededor del falo, mientras que Cresta de Gallo, mediante un mecanismo, lo coloca en posición de erección.)
EL MARSELLÉS.- ¡ Ah ! ¡ ya no aguanto máz ! ¡ ven precioza !
CRESTA DE GALLO- ¡ Raphaële ! ¡ Es imposible, va a reventarla !.
RAPHAËLE.- ¡Eres tonto!, ya he visto otras.
(Miché sale. Cresta de Gallo y las mujeres quieren seguirlo)
EL MARSELLÉS.- Me laz follaría bien a todas. (A Cresta de Gallo enseñando el falo) Tu, quédate, vaz a hacer el bufón. Zorritas, hacedme una pequeña representación ahí.
(Trata de follar a Raphaële)
CRESTA DE GALLO (dándole a la manivela) ¡ Ah ! ¡desgraciado!, ¡ que suplicio ! Esto me recuerda la época en la que tocaba las campanas; ¡ ah ! ¡ Raphaële ! ¡ que suplicio ! ¡ Cómo es !. Y luego conmigo no querrá.
(El marsellés se tira un pedo follando)
RAPHAËLE.- Este maldito marsellés, siempre bromeando.
EL MARSELLÉS.- Todo me hace reír, yo no dizfruto.
RAPHAËLE.- ¡ Vamos pues !
EL MARSELLÉS.- ¡ Eh ! yo no gozo. No zé como ze hace. Ez la primera vez que me paza.
RAPHAÉLE.- No vale la pena bromear tanto.
(ella se levanta)
EL MARSELLÉS.- ¡Eh, querida, ze hace lo que ze puede, coño...
(mira su polla)
RAPHAËLE.- Eso no es natural. ¿ Qué es lo que tienes, cerdo ? Tienes la sífilis.
EL MARSELLÉS.- ¡ Eh ! Ezo no ez nada, ez de nacimiento.
CRESTA DE GALLO (aterrorizado le lleva una palangana) Vamos, lávate enseguida.
EL MARSELLÉS.- Zeñoraz, yo oz zaludo.
LAS MUJERES.- Y nuestros honorarios, nuestros honorarios.
EL MARSELLÉS.- ¡ Eh ! mira que zoiz zorras, no me jodaiz, ¡ queréiz el dinero por no hacer nada ! (al público) Ez la primera vez que ezto me paza. (Se disculpa.)
RAPHAËLE.- ¡ Eh ! ¡ vete pues cojón blando ! ¡ Camello de la Canebière !

ESCENA XVII

Miché - Señor Beauflanquet

SR. BEAUFLANQUET.- ¿ Ha visto usted a la Sra. Beauflanquet ?
MICHÉ.- Perdón, señor, ella estaba aquí hace un instante. Está en este momento en las habitaciones privadas de esas damas que, con el beneplácito de Su Excelencia el Señor Embajador de Turquía, yo le he concedido el permiso de visitar.
SR. BEAUFLANQUET (advirtiendo la presencia de las mujeres) ¡ Ah ! ¡ las damas !
MICHÉ.- ¡ El harén de Su Excelencia !
SR. BEAUFLANQUT.- ¡ Ah !
MICHÉ.- La cuestión es que no estando aún preparados los apartamentos de la embajada, Su Excelencia me ha encargado la custodia de su harén.
SR. BEAUFLANQUET.- Señoras, estoy verdaderamente confuso, no me esperaba a esta hora tan avanzada tener el honor de vuestra Compañía. Perdonad, os lo ruego, la irreverencia de mi vestimenta.
(está en pijama)
MICHÉ.- No hay de que, Su Excelencia no está nunca más cubierto que de ese modo, y a menudo lo está menos.
SR. BEAUFLANQUET (poniéndose meloso) Para eso habría que tener los privilegios de Su Excelencia. Es cierto que no pido otra cosa.
RAPHAËLE (riéndose) Pida, mi gatito.
SR. BEAUFLANQUET (estupefacto) ¿ Eh ?
MICHÉ.- No os asombréis, señor. Usted comprenderá que estas damas no viendo nunca a otro hombre que no sea su Excelencia, estén acostumbradas a ciertas libertades de intenciones y de comportamientos a los que, en este caso, no hay inconveniente.
SR. BEAUFLANQUET.- Desde luego (con espanto) pero he oído decir que se cortaba sin piedad la cabeza a todo individuo que entraba en un harén. Créame, Señor que lo he hecho absolutamente por descuido. (quiere retirarse)
MICHÉ.- Sí, señor, eso se hace en Turquía, pero en Francia se es menos cruel. Además, como estas damas están confiadas exclusivamente a mi cuidado, es a mí a quién concierne esa precaución. Es la primera vez además que este caso se presenta y gracias a vuestra generosidad, seré menos severo.
SR. BEAUFLANQUET.- Pero, si usted hablase. ¿ Que pasaría ?
MICHÉ.- Sería abandonado a la venganza de las autoridades turcas.
SR. BEAUFLANQUET.- ¿ Y que harían las autoridades turcas ?
MICHÉ.- Os cortarían la cabeza, señor.
SR. BEAUFLANQUET (aparte) ¡Ah, diablos!
(Desliza dos luises a Miché que se inclina profundamente)
MICHÉ.- Si usted desea, Señor, conversar en privado con esas damas, yo os dejaré un instante solo con ellas, estoy ciego y mudo.
FATMA.- ¿Qué dice usted que es?
SR. BEAUFLANQUET.- Alcalde de Conville, en Normandía, es lo que se llamaría un pachá en vuestro país. Sí, soy eso, el pachá de Conville, el pachá.
RAPHAËLE.- ¿ Qué es lo que quieres hacer ? Si no te gusta el gato, hay que talar una pluma.
(Raphaéle lo acaricia de un lado y Fatma del otro)
SR. BEAUFLANQUET (aparte, dando pequeños saltos) ¡Qué aventura! me parece que les gusto. (en alto) ¡ Ah ! señoras, estoy...(aparte) ¡ están rabiosas estas turcas !
CRESTA DE GALLO (entrando con las consumiciones y a punto de dejar caer todo) ¡ Otra vez Raphaële ! ¡ nunca me acostumbraré !
(dispone los vasos sobre la mesa y se escapa)
SR. BEAUFLANQUET (levantándose) ¡ Ah ! señoras, después de esto bien se puede... ( agarra a Raphaële que se pone en pompa ). Cometo adulterio, pero ¡ bah ! una turca.
CRESTA DE GALLO (en la puerta) ¡ Atención ! Llega alguien.
(El señor Beauflanquet se levanta de un salto y se escapa con los pantalones bajados)

ESCENA XIX

Las mujeres- Un muchacho -Cresta de Gallo

LAS MUJERES.-Entra gatito, mi bebé, mi queridito, somos muy solícitas, muy guarras, entra pues queridín, entra.
CRESTA DE GALLO.- Entre caballero, estas damas son muy amables.
EL MUCHACHO (permaneciendo en la puerta).- Entraré si quiero, dejadme tranquilo.
LAS MUJERES.- Muy corteses, muy guarras.
CRESTA DE GALLO.- Entre, señor, quedará muy contento.
LAS MUJERES.- Muy solícitas. Entre pues, pero entre.
(el muchacho se va sin decir nada)
LAS MUJERES (al unísono).- ¡ Pues bien ! ¡ Vete a cagar !
MICHÉ (entrando).- ¿ Qué pasa ?
CRESTA DE GALLO.- Se ha ido.
MICHÉ.- Ha despreciado a unas zorras como estas, ahora dejas marchar a las personas. Eso no me gusta.
CRESTA DE GALLO.- Aquí viene un militar; ¿ Lo dejamos entrar ?
MICHÉ.- Hay que ver. Tal vez tenga dinero. Actuad siempre y tratar de estar más al loro.

ESCENA XX

Las mujeres - Cresta de gallo - Un soldado

EL SOLDADO.- ¿Queréis subir?
LAS MUJERES.- ¿Quién ? ¿ Yo ? ¿ Yo ? Elige guapo, somos muy solícitas, muy guarras.
EL SOLDADO.- ¡Ah! tengo que elegir. Me da igual cualquiera
RAPHAËLE.- Es igual, elegidme mi hermoso rubio, tomad a Raphaële.
FATMA.- Elige a Fatma
BLONDINETTE.- Toma a Blondinette
LAS MUJERES.- Muy solícitas, muy guarras.
EL SOLDADO.- Insisto en que me da igual.
RAPHAËLE.- ¡ Eh ! nos confundes. Vamos, ¿vendrás ?
EL SOLDADO.- Si usted quiere subiré, gorda, yo seré vuestro Cupidón.
CRESTA DE GALLO.- ¡ Siempre Raphaële ! Militar, hay que pagar antes.
EL SOLDADO.- Toma, toma (Extiende su pañuelo y toma el dinero en una esquina)
CRESTA DE GALLO.- Vamos, militar.
EL SOLDADO.- Yo acato vuestras ordenes. Aquí están veinte centavos.
CRESTA DE GALLO.- ¡Veinte centavos! ¿ Te burlas de nosotros ?
EL SOLDADO.- Diez para la casa y diez para la chica.
CRESTA DE GALLO.- Pero aquí son cinco francos para la casa.
EL SOLDADO.- Cien centavos para la casa, ¡ de eso nada! En Courbevoie son diez centavos para la casa y se da si se quiere a la muchacha que siempre es amable con los soldados.
CRESTA DE GALLO.- Aquí son cinco francos.
EL SOLDADO.- Yo no tengo esa cantidad, devuélvame mi dinero.
CRESTA DE GALLO.- Aquí están vuestros veinte centavos.
EL SOLDADO. No tendrá un bidón, un vaso, alguna bacinilla en la que orinar por la noche.
CRESTA DE GALLO.- Una palangana de habitación. ¡Tome!
EL SOLDADO (a Raphaële) Sería tan amable de mear algunas gotas en la palangana.
RAPHAËLE.- ¿Por qué? (ella mea) Tenga.
(El soldado toma la palangana y se dispone a desabotonar su pantalón.)
RAPHAËLE.- Se va a hacer una paja dentro.
EL SOLDADO.- Voy a hacerle beber el caldo, puesto que la carne es demasiado cara.
CRESTA DE GALLO.- Vamos, deje eso, salga de aquí, si usted no quiere pagar.
EL SOLDADO.- Cien centavos, ¡ mecachis ! Eso es demasiado 
(sale)

ESCENA XXI

Miché - Las mujeres - Cresta de Gallo

MICHÉ.- ¡Bien! ¿Que hay?
CRESTA DE GALLO.- Era un militar que no quería pagar más que diez centavos como en Courbevoie (aparte) ¡¡ diez centavos a Raphaële !!
RAPHAËLE ( a Miché) Señor, ¿ podemos subir cinco minutos a nuestras habitaciones ?
MICHÉ.- Id a vuestras habitaciones, si queréis, pero estad dispuestas a bajar enseguida que se os requiera.
(Salen seguidas de Cresta de Gallo.)

ESCENA XXII

MICHÉ (solo) Esto no marcha esta noche. Si no tuviese el asunto del Sr. Léon, no tendría ni para gastos. Ese si que es un buen negocio. Si los hubiese siempre así, no tardaría en retirarme al campo. Cuando tenga la cartera llena compraré una casita en Bezons y remaré todo el tiempo, no vivir mas que en el agua, eso me cambiará.

ESCENA XXIII

Miché - Un inglés

EL INGLÉS.- Saludos, señogg
MICHÉ (aparte) ¡ Ah ! un inglés, buen negocio.
EL INGLÉS.- Deseo visitagg vuestggo establecimiento.
MICHÉ.- A vuestro servicio señor.
EL INGLÉS.- Venía a vegg vuestggo Museo
MICHÉ.- ¿ Eh ?
EL INGLÉS.- El Museo
MICHÉ.- Pero, Señor, no tengo un Museo.
EL INGLÉS.- Usted es el Sr. Miouchett
MICHÉ.- Miché
EL INGLÉS.- ¡ Oh yes! very good, Miché. Venía a vegg vuestggo Museo de cera de figuggas de mujegg paggturientas y pequeños fetos en alcohol. Unos amigos, muy buenos muchachos, me han dicho que egga en su casa, Señogg Miouchett.
MICHÉ.- ¡ Miché !
EL INGLÉS.- Oh yes, very good, Miché.
MICHÉ (aparte).- ¡Oh, que idea! (en alto) os contaré. Tengo un museo de cera, pero no está aún desembalado.
EL INGLES.- ¿ Desembalado ?
MICHÉ.- Sí, preparado, dispuesto; eso va a requerir un poco de tiempo.
EL INGLÉS.- ¡ Oh ! No tengo pggisa.
MICHÉ.- Y además va a ocasionar unos gastos. No os lo puedo enseñar sin que seais generoso.
EL INGLÉS.- ¡ Oh ! Pagaggé lo que quiegga. Tenga (toma dinero de su bolsillo - Miché lo toma) ¡Ah! eso ha sido caro (aparte) Pero veggé. En Francia veo siempre lo que quieggo; ha sido caggo, pero veggé.
MICHÉ.- Bien. Si quiere entrar en la salita. Lo llamaré cuando esté todo listo.
EL INGLÉS.- All right. Gggacias Señor Miouchett.
MICHÉ.- Miché.
EL INGLÉS.- Oh yes. Very good, Miché.

ESCENA XXIV

Miché - Las mujeres

MICHÉ.- Hay pasta que ganar. Tengo abajo un inglés que quiere a toda costa que le muestre un museo de cera. Acostaos sobre los canapés y las sillas y sobre todo no os mováis; fijas e inmóviles.
(las coloca haciendo tomar pose de figuras de cera en un Museo anatómico)
Bien. No os mováis. Voy a buscarlo.

ESCENA XXV

Los mismos - El inglés

EL INGLÉS (examinando a las mujeres) ¡ Ah ! es espléndido, espléndido, muy, muy natuggal, muy natuggal, all right, all right.
MICHÉ.- Todas las figuras están modeladas sobre el natural. Es la representación exacta del cuerpo humano, como puede usted ver nada le falta.
EL INGLÉS (mirando de cerca a Raphaële) ¡ Oh ! yes (alejándose) Tenía incluso olor.
RAPHAÉL (aparte).- Ya lo creo, me he tirado un pedo.
MICHÉ.- Si usted desea el catálogo, son cinco francos más.
(El inglés da cinco francos y tiende la mano para recibir el catálogo.)
MICHÉ.- Únicamente voy a contárselo de viva voz porque no lo tengo todavía impreso. Vea, he aquí un muy  buen sujeto. Es una muchacha muerta en el baile a la edad de diecisiete años, perteneciendo a una gran familia y encontrándose embarazada. Para disimular su estado, se estrechaba en su corsé. Eso determinó una lesión de los intestinos y murió una noche, como le decía, saliendo del baile.
EL INGLÉS (melancólico) ¡Ah! como decía vuestro gran poeta, ella ha amado el baile, eso fue lo que la había hecho morir ! Ahora deseo ver los partos.
MICHÉ (aparte) ¡Ah, diablos ! (en alto, mostrando a Raphaéle)- He aquí la pieza que nos servirá para las demostraciones.
EL INGLÉS.- Pero yo no veo al pequeño baby.
MICHÉ.- Yo le cuento. Mis piezas están tan bien hechas que ejecutan todas las funciones del cuerpo al natural. Este sujeto ha parido esta mañana y necesita ahora algún tiempo para preparar una nueva experiencia.
EL INGLÉS.- All right! Se me ha dicho que usted tenía en vuestro museo una virgen.
MICHÉ.- ¡Oh! nunca tuve eso aquí
EL INGLÉS.- ¡ Oh !
MICHÉ.- Nunca
EL INGLÉS.- Entonces quiero ver las enfermedades de Venus.
MICHÉ- ¡ Oh ! eso si que se lo puedo mostrar. Tengo justamente desde ayer (mostrando a Blondinette) Mire, examine, muy bello modelo, siempre tomado del natural.
EL INGLES.- ¡ Ah ! Esta no me gusta. ¿ Pero no tiene también piezas masculinas ?
MICHÉ.- Sí, tengo una muy bella. Cresta de Gallo, muestra el objeto. (Cresta de gallo entra y abre la cortina del fondo.) He aquí la pieza que os muestra dos veces grueso el miembro viril.
EL INGLÉS (bailando la giga ante el falo) ¡ Oh ! muy bonito, all right. ¡ Ah ! Sr. Miouchett me he vuelto muy cachondo. ¿ Podría hacegg el amogg con ésta...? (señala a Raphaële)
MICHÉ.- Ciertamente. Solamente que eso siempre estropea mis piezas y no puedo dejárselo hacer sin ser debidamente indemnizado.
(el inglés paga)
CRESTA DE GALLO.- ¿ Quiere un condón inglés ?
EL INGLÉS.- ¡ Oh no ! ¡French kock coat! ¡Oh! no vale la pena.
CRESTA DE GALLO (riendo). Siempre debe desconfiarse.
MICHÉ.- Y además usted no estropeará al sujeto.
EL INGLÉS.- ¡Ah! me lo pondré pogg respeto al arte.
(Cresta de Gallo le da el condón manchado de sangre)
EL INGLÉS.- ¡ Agg ! Este no.
(El ingles toma otro y se monta sobre Raphaële)
CRESTA DE GALLO.- ¡ Oh, no ! ¡ Otra vez Raphaële !
EL INGLÉS (follando) ¡Ah! muy natuggal. All right, all right (se levanta). Ahhh, estoy muy satisfecho. Volveré Señor Miouchett.
MICHÉ.- Miché
EL INGLÉS.- Oh yes, very good Miché. Volvegge.
(El inglés sale, Miché también)

ESCENA XXVI

Cresta de Gallo - Las mujeres

CRESTA DE GALLO.- ¡ Ah ! mi pobre Raphaële, si supieses que dolor me produce verte siempre en los brazos de esos individuos.
RAPHAËLE (arrojándole su condón a la nariz) Vamos, lava esto y cállate.
(Cresta de Gallo sale)

ESCENA XXVII

Las mujeres - Señora Beauflanquet

SRA. BEAUFLANQUET.- ¿ Ha preguntado por mí el Sr. Beauflanquet ?
RAPHAËLE.- No, amiga mía, puede estar tranquila ( a las otras) No es por tí por quién ha preguntado.
SRA. BEAUFLANQUET (aparte) ¡ Ah ! que miserable he sido ! ¡ Ah ! ¡ Léon ! Con tanto champaña se me ha ido la cabeza. ¡ Por lo visto no encuentro a mi marido ! me parece que si me viese en este momento, leería todo en mis ojos. ¡ Estoy muy nerviosa !
RAPHAËLE- ¡ Ah ! querida amiga, ¡ me alegra volverla a ver ! Venga a sentarse allí, a mi lado.
SRA. BEAUFLANQUET.- Es usted muy amable, Señora.
RAPHAËLE.- Tiene usted un talle encantador, y un pie adorable. ¿ Como es lo demás ? ¿ No ha venido nunca a París ? ¿ Vive siempre en el campo ?
SRA. BEAUFLANQUET.- Sí, señora.
RAPHAËLE.- Pero debe aburrirse allí. ¿ Que hace durante todo el día ?
SRA. BEAUFLANQUET:- Me ocupo de mi casa.
RAPHAËLE.- (acariciándola suavemente) ¿ No os molesta lo que hago ?
SRA. BEAUFLANQUET.- ¡Ah! ¡ah! ¡ah! ¡ah!
RAPHAËLE.- Espera, voy a hacerte gozar.
(Le mete mano. La Sra. Beauflanquet se extasía. Raphaële se retira.)
¿ Quieres hacérmelo a mí ?
SRA. BEAUFLANQUET.- ¡ Oh ! no me atrevo. Tal vez si las luces estuviesen apagadas...
RAPHAËLE (a las mujeres) Queréis apagar las luces.
(las luces se apagan)

ESCENA XXVIII

Los mismos - Sr. Beauflanquet luego Léon

SR. BEAUFLANQET.- ¡ Que excitación tengo ! Si encontrase a esa odalisca. (entra a tientas - Movimientos entre las mujeres - Encuentra a su mujer, la abraza y la extiende sobre un canapé.)
SRA. BEAUFLANQUET.- ¡ Ah ! ¡ Léon !
SR. BEAUFLANQUET (con un estallido) ¡ Señora Beauflanquet !
SRA. BEAUFLANQUET.- ¡ Mi marido ! ¡ ah !
(Movimientos. Ella encuentra a Raphaële a tientas)
¡ Ah ! Sálveme, sálveme.
RAPHAËLE.- Dejadme hacer (busca al Sr. Beauflanquet y lo toma en sus brazos.) Ven pues, ¿ por qué te detienes ? ¿ Qué es lo que has dicho ?
SR. BEAUFLANQUET.- Esto es sorprendente, creía que era mi mujer. 
(comienza a follar a Raphaële sobre el canapé. Léon que entra a tientas durante el movimiento encuentra a la Sra. Beauflanquet en la oscuridad)
SRA. BEAUFLANQUET (espantada) ¿Quién está ahí ?
LÉON.- Soy yo, ven
SRA. BEAUFLANQUET.- Déjeme, déjeme.
(Léon la tiende sobre el canapé y la folla)

ESCENA XXIX

Los mismos - Miché

MICHÉ (entrando) ¿ Quién ha apagado las luces aquí ? Sabéis bien que no admito esto. ¡ Cresta de Gallo, enciende la luz !
(Cresta de Gallo entra con una antorcha.)
SR. BEAUFLANQUET.- ¡ Mi esposa en los brazos de Léon !
MICHÉ.- ¡ Coño !, esto se complica.
(La señora Beauflanquet se desmaya)
LEÓN (a Miché) Cinco luíses para usted si me libra de esto. 
(Se escapa)
SR. BEAUFLANQUET.- Pero sin embargo, señor...
MICHÉ.- Tengo un consejo que daros por vuestro interés, se trata de evitar cualquier escándalo, y de acallar este asunto que podría tener para usted las más graves consecuencias y espero que sabrá recompensar mi discreción al respecto.
SR. BEAUFLANQUET.- (despues de haber pagado, se dirige a su esposa) Volveremos esta noche a Conville, Señora.
(salen)

ESCENA XXX

Los mismos
menos el Sr. y la Sra. Beauflanquet
El pocero

MICHÉ.- ¿ Qué es lo que quiere todavía este ?
EL POCERO.- (borracho) No vengo a vaciar los re...re...los re...retretes, he renunciado al ofi...al oficio.
(cantando)
« Y he aborrecido la mierda,
Desde que encontré allí un cabello.»
MICHÉ.- ¿Qué es lo que quieres entonces ?
EL POCERO.- Una mujer.
RAPHAËLE.- ¡Ah, bien! ¡ Por ejemplo !
CRESTA DE GALLO.- No me faltaba mas que esto.
FATMA.- Follar contigo, jamás.
MICHÉ.- No se puede. Venga, márchese.
EL POCERO.- ¿Cómo?, ¿ mi di... mi di... mi dinero no vale como el de los demás ? (muestra cien centavos a Miché.)
MICHÉ
.- Señora, si paga...
RAPHAËLE.- Conmigo no, no quiero.
FATMA.- Ni yo.
BLONDINETTE.- Ni yo tampoco.
RAPHAËLE.- Es demasiado asqueroso
MICHÉ.- ¡Demasiado asqueroso! ¡atajo de mojigatas ! (al pocero) No soy de esa opinión. Dígame entonces, amigo, si usted quiere hacerlo conmigo.
EL POCERO.- Con re...re...reciprocidad entonces.
MICHÉ.- Tanto como quieras.
EL POCERO.- Vamos, ven mi vieja.
MICHÉ (sosteniendo al pocero que titubea cantando)
« Y he aborrecido la mierda,
Desde que encontré allí un cabello.»
(Miché y el pocero salen.)

ESCENA XXXI

 Las mujeres - Cresta de gallo

CRESTA DE GALLO (a Raphaële) ¡ Ah ! Raphaële, va a ser mi turno ahora.
RAPHAËLE.- ¿ Tú ?, ¡ venga ya ! Ve a arrastrar ese pequeñín por ahí. No tienes suficiente. Puedes buscártelo.
CRESTA DE GALLO.- Eso es, tendré que masturbarme aún, como en el Seminario. ¡ Ah ! ¡ Raphaële !

(cae el telón)

FIN 

 
1 Juego de palabras intraducible: Le coq es francés significa El gallo
2 Juego de palabras intraducible: Llave en francés es clé
3 Juego de palabras intraducible: Bossu (jorobado) es muy similar en su pronunciación a la palabra Beauce (región de París)
4 Feuille de rose es el equivalente francés al cunilingüe en la zona anal. También significa "pétalo"
5 La Canèbiere.- calle principal de Marsella que desciende directamente al puerto.

Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
ilustraciones de fondo: Proyectos de trajes para la obra realizados por Maupassant