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© José Ramos

Principal | Teatro

Traducción al español y digitalización (19 de enero de 2008) por José Manuel Ramos para http://www.iesxunqueira1/com/maupassant

"El 13 de enero de 1883, en el pequeño Teatro Cluny, tuvo lugar la primera representación de Madame Thomassin, una pieza firmada por William Busnach. Algunos críticos teatrales contemporáneos designaban ya a Guy de Maupassant como el autor. Pero él jamás reconoció la paternidad de esta obra." (Ver las reseñas de la prensa)
 

MADAME THOMASSIN
Pieza en un acto
(¿Obra inédita escrita en colaboración con William Busnach?)

      El escenario representa una habitación. Una cama con su dosel completamente cerrado. Amueblada con gusto burgués. A la derecha, un pequeño secreter de madera rosada. Un vestido de mujer, oscuro pero bastante elegante, estirado a lo largo de un sofá. A la izquierda, una cómoda, una mesa y sillas. Una ventana a la izquierda. Puerta al fondo, puerta a la derecha, una chimenea. Frascos sobre la chimenea. Unos guantes sobre la cómoda cerca de un cinturón con hebilla. Diversos objetos femeninos dispersos sobre los muebles. Un tenue fuego en la chimenea.

Escena I

THOMASSIN, JULIE

      Al levantarse el telón, Thomassin, completamente vestido de negro, está sentado con los codos apoyados en la mesa. Sobre esa mesa se encuentra su sombrero con un gran crespón.

JULIE.- ¡Hay que resignarse, Sr. Thomassin! Todo el mundo está a punto de llegar... Debe serenarse un poco.
THOMASSIN (agobiado).- No puedo...
JULIE.- Quedaron a las once (Mirando el reloj de péndulo.) Y acaban de dar las diez y media... ¡Van a venir a buscar a mi pobre ama!
THOMASSIN.- ¡Van a llevársela... ya! (Llora.)
JULIE (entregándole los guantes de hilo negro).- Tome sus guantes...
THOMASSIN.- Mis guantes...
JULIE.- Sí... los guantes negros que le he comprado para la ceremonia... Vamos, Señor, vamos...
THOMASSIN (sollozando).- ¡Ah! ¡mi pobre Julie, mi pobre Julie!
JULIE.- ¡Hay que resignarse, como ya le dije! Yo también tengo el corazón roto, señor, ¡pues ella era un poquito mi hija!...¡ah!...sí... ella no me quería como a una criada, sino casi como a una madre, desde que dejó de tener la suya... yo había sido su ama de cría, usted lo sabe... (Llorando) ¡Ah! ¡señor, Señor!
THOMASSIN.- ¡Y ha ocurrido tan rápido, tan rápido! ¡Morir así, en dos horas! ¡Ni ha habido tiempo de despedirse!
JULIE.- ¡Si al menos se supiese de que ha muerto, la pobre! ¡Nunca había estado enferma! ¡Y de repente, irse así!
THOMASSIN.- ¡Yo era demasiado feliz! Un hombre no puede tener tanta felicidad. Para mí también había sido como mi hija, antes de convertirse en mi esposa. ¿Recuerdas, Julie, cuando llegasteis ambas aquí?
JULIE.- ¡Claro que lo recuerdo! ¡oh! sí, señor. Hará cuatro años a finales de mayo.
THOMASSIN.- Otra cosa se va con ella además. El recuerdo de su padre, ¡mi pobre Béraud! ¡Un fiel amigo, aquél! con quién he recorrido el mundo durante veinte años! Hoy, la muerte de la hija me recuerda la del padre. Me sumerjo en negros recuerdos donde todo mi pasado se agita. ¡Ah! ¡qué excelente hombre, ese Béraud!
JULIE.- ¡Ah! sí, por ejemplo, puede usted decir lo devoto que le era . Cuando usted dejó de viajar y comenzó a construir navíos, en lugar de subirse a ellos, él lo seguía por todas partes como un perro por los astilleros.
THOMASSIN.- ¡Y la noche en la que pasó su última jornada!... cuando entré en su casita bajo los acantilados, creyéndole solamente enfermo, y como te vi llorar tan fuerte detrás de la puerta, la pequeña arrodillada contra la cama exclamando: « Papá, mi pobre papá ». Y él, con los ojos apagados, tratando de levantar su mano para estrechar la mía y moviendo lentamente los labios de los que no salían mas que estas palabras: «¡Mi hija!...»
JULIE.-¡Oh! ¡Lo recuerdo muy bien, Sr. Thomassin!...cuando usted hubo dicho: No temas nada por ella, Antoine, si te ocurre una desgracia, yo te sustituiré... entonces él emitió un suspiro, como si se elevase una montaña encima de su pecho...y lo miró con unos ojos en los que había tanta amistad... Luego...volvió un poco su cabeza hacia la señorita... Y todo acabó. Entonces usted nos ha traído aquí a ambas, a su casa, a Ingouville, sí... va hacer ya cuatro años... ¡me parece que fue ayer!
THOMASSIN.- Desde ese momento, no dejamos de estar los tres juntos.
JULIE.- ¡Ni un solo día! Y bastó que fuese la señora quién... No es natural... más bien me correspondía a mí... o a usted, partir antes que mi pobre Sra. Berthe.
THOMASSIN.- ¡Caramba!...¡oh! ¡no! Dios no es justo...¡ah! Julie mire como sufro. (muestra su corazón) ¡Es como si se me desgarrase todo esto...(se golpea el pecho) para arrancarme el corazón! Y cuando pienso que ella era mi esposa desde hace tan solo dos años! Nada más que dos años de felicidad y se acabó... ¡se acabó para siempre!
JULIE.- Sí... y aquí estamos los dos solos, señor... ¡Ah! sufro tanto como usted, vea. ¡Y ese pobre Sr. Henry! Si supiese usted como lloraba esta mañana... Se parece más a un muerto que a un vivo. ¡El también quería mucho a la señora! Piense que antaño él iba todos los días a casa del Sr. Béraud que era su padrino... Más tarde él entró en su casa como contable en la construcción de sus barcos... de hecho, casi al mismo tiempo que nosotros...!
THOMASSIN.- Es un buen muchacho. Él mismo acudió a mí tras la muerte de Antoine y se afanó en el trabajo como un negro. Hace ya cuatro años que me demuestra su abnegación mediante su celo y su afecto. Sí... un buen muchacho. Y él es ahora sobre quién quiero apoyar mi vejez. ¡Ah!... es igual, ¡vamos a ser muy desgraciados!- y mirarnos cada día con la idea de que ella estaba en este lugar y que ya no estará nunca más! ¡nunca!...¡nunca!...(Llora sobre el hombro de Julie)
JULIE (Sollozando).- ¡No llore así, Sr. Thomassin!

Escena II

LOS MISMOS, HENRY

HENRY (entrando emocionado, muy pálido.).- Señor... Ha llegado todo el mundo... Los obreros del astillero están aquí... Abajo...delante de la puerta...No tardarán en venir a buscar...
THOMASSIN.- Bien..Bien...ya bajo... Hijo mío no me queda más que usted ahora. Tendrá que quererme aun más que antes, ¿verdad?
HENRY (muy turbado).- Yo lo quiero mucho, señor.
THOMASSIN.- ¡Sí, lo sé!... (Lo mira) Usted también, usted también está afectado... ¡Ella era tan buena con todos!... La quería usted bien, ¿no es así?
HENRY (con un nudo en la garganta.).- Sí, señor...
THOMASSIN.- No me llame más señor. Debemos estrechar nuestros corazones y decirnos esas palabras que demuestran que uno quiere y que hace quererse. Acaba de producirse un vacío en esta casa, un vacío tan grande en mí y en torno a mí, que tengo necesidad de verme rodeado de afecto. Hay que echar ternura en estos agujeros del corazón. Sin eso, no podría vivir más.
HENRY (con voz entrecortada.).- Me esforzaré en demostrarle mi... abnegación... estaré... estoy completamente a su disposición, señor.
THOMASSIN.- No me llame «señor», se lo ruego. Dígame « amigo mío »...
HENRY.- Como usted quiera... (Se detiene. Llaman a la puerta del fondo. Julie entreabre y cierra la puerta tras haber hecho un signo afirmativo con la cabeza.)
THOMASSIN.- ¿Ya vienen para...?
JULIE (acercándose).- Si... ¡Ánimo, señor!
THOMASSIN.- (con un suspiro desgarrador.).- ¡Ánimo!... (Prorrumpe en sollozos.) ¿Vienes, Julie? (Coge su sombrero.)
JULIE.- Dentro de un momento, señor. Todas las cosas de la señora todavía están desordenadas por la habitación. No quiero que usted las encuentre a su regreso. Iré cuando haya ordenado esto un poco... Además... La iglesia está ahí... (Muestra la ventana.) ¡Ahí enfrente!
THOMASSIN.- ¡Sí... descansará... casi bajo mis ojos!... Su brazo, Henry. ¡Ánimo!...¡oh! sí... Me hace falta ánimo... (Sale apoyado en el brazo de Henry, con el pañuelo secándose los ojos.)

Escena III

JULIE (sola, mirándolos salir.).- Hay que ver... ¡Los viejos se quedan y los jóvenes se van!... ¡Mi pobre niña!... se les alimenta, se les educa, se les quiere, más que a uno mismo! ¡Y  uno no puede morir antes que ellos!... cuando lo pienso... hace dos días... ella estaba allí acostada... en su cama. Era por la mañana. Le llevé su desayuno, como de costumbre... Ella me dijo: «¡Gracias, mi buena Julie! » Hace dos días... Entonces me pareció que tenía la voz un poco cambiada, y los ojos grandes... Pero no presté más atención... Luego, un momento después.... cuando volví a entrar...me extrañé de que todavía no se hubiese levantado... ¡no se movía, como si durmiese!... ¡La llamé!, la tomé por la mano... ¡Dios Santo! Estaba fría, estaba muerta. Algo se había roto en su interior... (Seca los ojos) Vamos... ordenemos todo esto... aquí está su vestido... un par de guantes... los últimos que ha llevado... todo su ajuar...¡Apenas me atrevo a tocarlo!... (Se deja caer sobre una silla).

Escena IV

HENRY, JULIE

(Henry entra rápidamente, parece sorprendido al advertir a Julie.)
HENRY.- Cómo Julie... ¡No está usted en...?
JULIE.- Dios mío... cómo ha pasado el tiempo... Sr. Henry... no he acabado de ordenar... Me parece que tengo los brazos rotos y las piernas también... no puedo moverme más... ¿pero usted? ¡El oficio no pudo haber acabado todavía!
HENRY.- No... (Con embarazo) Se me ha ocurrido una idea. El Sr. Thomassin no tenía breviario... entonces he pensado en venir a buscar el de la señora. ¿Dónde está, Julie?
JULIE.- No lo sé, señor... no lo veo...
HENRY.- Voy a tratar de encontrarlo...
JULIE.- Tal vez esté allí encima... (Se dirige a la cómoda.) No...
HENRY.- Lo encontraré... lo encontraré... vaya, Julie...
JULIE.- Sí, sí... señor. (Sale de la habitación con un gesto de extrañeza.)

Escena V

HENRY, JULIE

HENRY (Solo. Apenas ha salido Julie, pasa el cerrojo y luego corre a arrodillarse ante la cama de la Sra. Thomassin, sollozando sin decir nada durante un minuto. Luego se incorpora, va hacia la cómoda, toma el par de guantes dejados por Julie y los besa febrilmente.).- ¡Berthe!... ¡adorada mía!... ¡Estos objetos que fueron tuyos me queman al tocarlos! ¡qué tortura! ¡No haber amado más que a un ser en la vida, sino idolatrarlo! No vivir más que por ella... haber aceptado todo por vivir cerca de ella, no tener más que un deseo, un sueño, una esperanza, más que un pensamiento. Ella... Poseerla finalmente gracias a toda la intensidad de este amor... y luego, de súbito, perderla, perderla para siempre, sin que quede nada más de ella, excepto algunos objetos que parecen también muertos... (se levanta bruscamente) ¡Veamos, veamos!... No he venido aquí para llorar!... ¿Dónde puede estar?... Debo encontrar esa carta.. ¡La única que le he escrito!... Ahí...seguramente... (abre el secreter registrando los cajones.) ¡No... Nada!... es terrible... ¿Dónde ha podido esconderla? Tal vez la haya quemado... ¡Sí...la habrá quemado!... Si él la encontrase... Poco me importa a mí... Pero ella... Me parece que después de su muerte, eso sería peor que si aún estuviese viva! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Nada! ¡estaré sometido a ese terror a todas horas suspendido sobre mi!
(Llaman a la puerta)
Voz de JULIE (Desde fuera).- ¡Señor... Sr. Henry!
HENRY.- ¡Ah! (Va a abrir.)

Escena VI

JULIE, HENRY

JULIE.- ¿Porqué ha pasado usted la cerradura, Sr. Henry?
HENRY (Con decisión).- Lo hice sin darme cuenta... Julie... por supuesto...
JULIE.- ¡Ah! bueno. ¿Y el breviario de la señora?
HENRY.- He intentado buscarlo...
(En ese momento se oye el órgano en el exterior y el Dies irae, cantado por las voces infantiles del coro. Julie cae de rodillas.)
JULIE.- Padre Nuestro, que estás en los Cielos, acógela en tu seno. (Henry se inclina sobre una silla y llora silenciosamente.) Usted también está muy apenado, Sr. Henry... ¡oh! sí, yo sé bien que usted la quería mucho... Ella le correspondía...¡pobre querida mujer!
HENRY (Con turbación.).- En efecto... La Sra. Thomassin...
JULIE.- ¡Oh! ahora puedo decírselo Sr. Henry. Ella me hablaba de usted muy a menudo: no estoy segura si  se daba cuenta de que lo quería a usted... más de lo que debía, - ¡tal vez!
(En el exterior cesan los cantos.)
HENRY (violentamente).- ¡Eso no es cierto!... Usted no sabe lo que dice... Ella nunca me ha querido así... Y tenga cuidado en no repetir semejantes tonterías, entiende, Julie, cuídese mucho de ello. (Sale vivamente).

Escena VII

JULIE (sola).- Pobre muchacho... ¡Ah! sí, si, creo que es cierto... Desde hace algún tiempo, la señora estaba muy rara... la sorprendí dos o tres veces llorando... ¡Quizás porque se había dado cuenta de lo que decía su corazón! (Fuera se oyen las campanas, ella comienza a ordenar.) ¡Ah! ¡el oficio ha acabado!... (Percibe un libro oculto por el dosel.) ¡Ah! aquí está el libro que el Sr. Henry tanto ha buscado. (Lo toma y se levanta, lo abre, cae una carta, ella la recoge.) Un papel... (Lo examina, le da vueltas y lo vuelve a colocar entre las páginas del libro.)

Escena VIII

JULIE, THOMASSIN, HENRY

(Viendo a Thomassin y a Henry, Julie va al encuentro de ambos después de haber depositado el libro sobre la mesa.)
THOMASSIN.- ¡Ah! ¡no puedo más!
HENRY.- Por favor, quédese aquí... Julie va a cuidarlo un poco señor... amigo mío, yo volveré allá....
THOMASSIN.- Sí... acompáñela hasta el final... se lo ruego... Yo, yo no puedo más, me caería.
JULIE.- Vaya...vaya...Sr. Henry.
(Henry mira un momento a Thomassin y sale.)

Escena IX

JULIE, THOMASSIN

THOMASSIN (respira agitadamente.).- En la iglesia he creído que me encontraría mal antes de que la misa fuese oficiada... Por un momento busqué a Henry... No lo he visto cerca de mí... He tenido miedo. Fue necesario que me agarrarse a una silla.
JULIE.- Él había venido a buscar el breviario de la señora para usted, Sr. Thomassin, pero no lo encontramos. Lo encontré después de que el Sr. Henry se hubiese marchado...allí... (muestra bajo la cama)
THOMASSIN.- Su misal. Démelo, Julie, ¡quiero rezar por ella!... (Abre el libro y percibe el papel.) ¿Qué es esto?
JULIE.- No lo sé, señor... Ha caído del libro... Y como yo no sé leer...
THOMASSIN (incorporándose.).- Tal vez sintiéndose morir, ella habrá escrito... (Deposita el libro sobre la mesa y abre la carta.) la escritura de... (comienza a leer, da algunos pasos como si no pudiese creer lo que sus ojos leían, luego mira intensamente la escritura con ojos desencajados, la boca convulsa, a continuación la carta le resbala de las manos y cae cara abajo sobre el canapé, emitiendo un grito desgarrador.) ¡Ah! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Dios mío!
JULIE (azorada.).- ¿Qué ocurre?... ¡Señor! ¡Auxilio! ¡Que puede haber en ese papel! ¡Auxilio!... ¡Sr. Thomassin! ¡Sr. Thomassin! (Ella le arroja agua al rostro, le golpea en las manos. Él abre los ojos como aturdido.) ¿Está mejor, señor? (Silencio.) Sí, ya está mejor, ¿verdad? (Un nuevo silencio.) ¡Vamos, respóndame, vamos, no me asuste!...
THOMASSIN (levantándose.).- ¡Qué infamia! (Mira el papel a sus pies.) Ese papel embadurnado de tinta, mira eso, Julie... ¡Eso!... (Violentamente.) Es la vergüenza, es la traición, es mi corazón destrozado...¡Es mi hogar deshonrado por dos miserables!
JULIE.- ¡Ah! señor, señor, ¿qué es lo que ocurre? Siéntese ahí... y espere. Corro a buscar al Sr. Henry.
THOMASSIN.- (Levantándose.).- ¡Él!... ¡oh! ¡que no entre aquí, lo mataría!...
JULIE.- El Sr. Henry... (Aparte.) ¡Ah! ¡ya entiendo!
THOMASSIN.- Esos dos ahí... Los dos (recoge la carta con frenesí, la abre y la lee.) ¡Oh! ¡infames! (Arruga la carta y la arroja al suelo.) No hay pues nada en este mundo, ni por encima de él!... ¡Nada!... ¡Ni buena fe, ni justicia, ni honor, ni fidelidad, ni Dios!...
JULIE (Aparte.).- ¿Qué dice ahí? (En voz alta) ¿Sr. Thomassin?
THOMASSIN.- No me hable... no quiero que se me hable, quiero estar solo... ¡Pero aquí no! ¡Oh! ¡no!. Aquí sufro demasiado. (Se precipita a su habitación.)

Escena X

JULIE sola, luego HENRY

JULIE.- ¡Será posible, todo esto!
(Se abre la puerta, aparece Henry.)
HENRY (Entrando.).- ¿Dónde está el Sr. Thomassin?
(Julie se baja, recoge la carta, la desarruga y la tiende a Henry.)
JULIE.- Sr. Henry... ¿quiere usted decirme que hay escrito aquí?
HENRY (arrancándole la carta de las manos.).- ¿Dónde ha encontrado usted esta carta? ¡Respóndame!
JULIE (despacio).- ¡En el misal de la señora! No sospechando de lo que se trataba, he hablado de ello al señor, y entonces...
HENRY.- ¡Desgraciada! Él ha leído...
JULIE.- ¡Sí!... ¡Luego se ha vuelto como loco!
HENRY.- ¡Ah! Julie... ¿qué es lo que ha hecho?... ¡no me queda más que huir de esta casa!...
JULIE.- Sr. Henry, usted sabe que la señora era casi mi hija. Usted no se irá antes de haberme dicho... Quiero saber si puedo perdonarla por no haber sido una mujer decente.
HENRY.- ¡Ah! ¡Es culpa mía, Julie! Te lo juro... ¡Solamente culpa mía! ¡si supieras como la amaba! - Sí, tú lo sabías! Puesto que habías adivinado que ella también me amaba. ¡Yo, yo la adoraba desde hace mucho tiempo! Siendo aún muy pequeño, en el fondo de mi corazón, ya me decía...¡Tendrá que ser mi esposa!... Luego pasaron los años. Yo crecí con ese pensamiento ante los ojos... ¡Trabajaba tanto para conseguir merecerla! De pronto su padre muere... ¡ella viene aquí! Entonces para no vivir alejado de ella, he sacrificado todo, mi porvenir, mi fortuna, todo, y me he puesto a trabajar en los astilleros del Sr. Thomassin... El día en el que se decidió que ella se convertiría en su esposa...¡ah! no sé como no he muerto de rabia y de sufrimiento. ¡Ah! ¡más habría valido!
JULIE (fríamente).- ¿Y luego?
HENRY.- Luego, Dios mío, luego casi había acabado por hacerme a la idea de que ella nunca sería más que una hermana para mí... pero una tarde, el pasado mes, estábamos solos...nos miramos... Ella se puso a llorar de repente, y yo me di cuenta de que me amaba. Entonces caí a sus pies... la tomé en mis brazos. ¡Ah! ¡Julie! esa hora de olvido ha sido la única, te lo juro. ¿Por qué quieres que te lo jure? ¡Mira! Te lo juro por lo que hay para mí más sagrado en el mundo... por el recuerdo de aquella que desde ayer falta, ella ha huido de mi... Nunca más, no ha querido encontrarse a solas conmigo. Hace tres días, enloquecido de pasión, le escribí esta carta en la que le recordaba... sí... me atreví... No me respondió... ¡Al día siguiente murió!...
JULIE.- Pobre, pobre señora... ¡Fue el remordimiento lo que la mató!
HENRY (aparte.).- ¡El remordimiento, no!
(En ese momento, la puerta por la que ha salido Thomassin se vuelve a abrir. Reaparece con la cabeza baja. Ve a Henry y hace un terrible gesto de amenaza... Henry y Julie lo advierten entonces.)

Escena XI

THOMASSIN, HENRY
(Un minuto de silencio. Los dos hombres se miran.)

THOMASSIN.- No intente decir: ¡no! ¡No intente mentir!... ¡Estoy seguro!... Así que uno entra en la casa de un hombre honrado, se hace querer por él como un hijo y se le roba su felicidad, su alegría, la mujer a la que adoraba con toda su alma, e incluso ni le permite el postrer consuelo de respetarla en su tumba... ¡Es usted un miserable!
HENRY.- Diga lo que quiera, señor, no le responderé.
THOMASSIN.- ¡Oh! Me gustaría hacerlo sufrir como ningún hombre haya sufrido, pues usted ha cometido una cobardía sin igual. Desde luego...así lo creo... ¡sin igual!... Pues yo los miraba a ambos como a mis hijos... ¡Y me parece que esto casi es un incesto! ¡Es usted un miserable!
HENRY.- No le contestaré.
THOMASSIN.- Usted, todavía... usted no me había prometido nada... pero su cómplice... Es una...
HENRY (suplicando.).- ¡Señor!... Señor... ¡Está muerta!...
THOMASSIN (enloquecido).- ¡Tanto mejor!... ¡Me alegra que esté muerta!...
HENRY.- ¡Cállese...cállese!
THOMASSIN.- Usted lo ha dicho... ¡Quisiera usted hacerme callar ahora! ¡Usted!... ah, no comprende porque tenía el aspecto calmado cuando entré, era porque quería... quería que usted confesase... Pero se atreve... ¿No ve usted que muero de ganas de estrangularlo?
HENRY.- ¡Oh! No me defendería... Yo, todo lo que usted quiera, pero se lo suplico, no hable de ella así... ¡Porque usted no sabe!... ¡Ella se ha suicidado, señor!
THOMASSIN (estremeciéndose.)- ¡Eh!
HENRY.- Ella se ha matado porque creía amarme y no se atrevía a seguir siendo su esposa.
THOMASSIN.- ¡Eso no es cierto!
HENRY (extrayendo un frasco de su bolsillo).- Aquí está lo que he encontrado, un frasco que había pasado desapercibido. Me he informado... ¡es casi fulminante!
THOMASSIN.- ¡Desgraciado!... ¡Tú la has matado!
HENRY.- ¡Eh! ¡Sé bien que fui yo!... Pero déjeme decirle... Sí... soy un miserable... No le pido que me perdone.
THOMASSIN.-¡Perdonarte!... á tí... ¡por quién todo lo que constituía mi felicidad ha desaparecido! (va hacia la ventana y arranca una barra transversal de hierro que la cierra. Luego avanza hacia Henry, la mirada amenazadora, terrible.) ¡Perdonarte!... ¡Tú bromeas, me parece!
HENRY.- ¡Deténgase... Señor! No vale la pena cometer un crimen. Desde el momento en el que usted exige mi muerte... ¡me haré justicia a mi mismo!
THOMASSIN (dejando caer la barra de hierro mirando a Henry.).- ¿Cómo?
HENRY.- ¡Con esto... como ella!... ¡Queda bastante para matarme! (Thomassin hace un gesto como para detenerlo, luego lo mira - Henry va hacia la cómoda, toma un vaso y vierte agua, echando con frialdad en esa agua el contenido del veneno.) ¡Ah! ¡qué feliz soy!... ¡voy a sufrir como ella ha sufrido, morir como ella ha muerto! Y tal vez, ¿quién sabe?... tenga la esperanza de encontrarla más allá... Si eso no es una mentira... (Lleva el vaso a sus labios.)
THOMASSIN (con un gesto furioso le arranca el vaso y lo arroja al suelo.).- ¡No! ¡Eso no podría ser! ¡Yo no lo quiero! ¡Encontrarla...tú!... ¡Todas las noches os vería juntos! ¡No quiero! ¡Cuando pienso que te llamaba hijo mío! como quería conservarte siempre cerca de mí... en esta casa.
HENRY.- Yo también, señor, antes, saliendo de allí (señala la ventana.) de quedar cerca de usted, siempre; de hacerle la vida tan dulce como fuese posible, y como uno paga en secreto una deuda sagrada... Y luego quería vivir aquí... donde todo me habla de ella.
THOMASSIN (Con un grito.).- ¡Ah! ¡puedo entonces torturarlo a mi antojo!... Vivir lejos de esta casa, lejos de todo lo que se la recuerda, eso es lo que le romperá el corazón, ¿no es así? ¡Váyase... lo expulso!
HENRY.- Señor...
THOMASSIN.- Lo expulso... Y puesto que usted ha jurado obedecerme, le ordeno que parta para el campo. ¡Le prohíbo que vaya a rezar a su tumba antes de alejarse para siempre! Orar sobre esa muerta que usted ha provocado, se lo prohíbo, ¿me entiende? ¡se lo prohíbo!
HENRY.- Bien, señor... (En ese momento se abre la puerta. Aparece Julie. Él va hacia sus brazos diciendo.) ¡Ah! Julie... Julie... ¡qué desgraciado soy!... (Sin responder nada, Julie le empuja suavemente por los hombros y cierra la puerta tras él.)

Escena XII

THOMASSIN, JULIE

THOMASSIN (A sí mismo.).- Desgraciado...¡Y yo! Mi vida se ha acabado... Y decir que esta mañana me compadecía! ¡Esta mañana no tenía más que llorar su muerte!... ¡ahora necesito llorar su vida!
JULIE (dulcemente).- Señor...
THOMASSIN (sin oírla).- ¡Solo! ¡Completamente solo a partir de ahora! Sin nadie con quién hablar de ella.
JULIE (dulcemente).- Sr. Thomassin...
THOMASSIN (advirtiéndola.).- ¡Tú!... ¡ah! sí... ¡contigo...podría hablar!
JULIE (con humildad).- Sr. Thomassin... vengo a decirle que me voy...
THOMASSIN.- ¿Cómo?
JULIE.- Amaba demasiado a mi pobre señora, decididamente, y no quiero quedar con usted. ¡O más bien no puedo!
THOMASSIN.- ¿Por qué?...
JULIE.- Porque reflexionando, Sr. Thomassin, me he dicho que en el fondo ¡fue usted quién ha hecho morir a la pobre mujer!
THOMASSIN.- Yo...yo... ¡Estás loca, Julie! ¡Fue ese desgraciado!...
JULIE (fríamente).- Fue usted, señor...
JULIE.- ¡Si la señora está muerta, es por su culpa! (Movimiento de Thomassin) Cuando se tiene la edad que usted tiene, uno no se casa con una niña como ella... ¡Antes de querer su corazón, es necesario informarse de si otro no lo poseía ya!
THOMASSIN.- Ella me había dicho que me amaba. Sí... me lo había dicho.
JULIE.- ¡Y que sabía ella! ¡Y que conocía ella de la vida!... Pues bien, sí, ella lo amaba... ¡por gratitud!... como se ama a un padre... Eso es, un padre del que tenía necesidad, Sr. Thomassin.
THOMASSIN.- Bien...¡vete! Tú también, eres malvada. Todas las mujeres son malvadas... Vete...¡moriré solo! Completamente solo, ¡cómo un perro! Vete, soy yo quién te echo ahora. Vete enseguida (Rompiendo a llorar.) ¡Ah! ¡Julie! ¡mi buena Julie! te lo suplico... ¡no me abandones!
JULIE (Con afecto.).- ¡No! Sr. Thomassin... no tema nada... Sería una abominación dejarlo completamente solo. Creo desde luego que usted ha sido un poco la causa. Pero veo que no es culpa suya... (Con intención) Y cuando eso no es por su culpa... uno no debe quererlo tampoco demasiado en los demás. (Va hacia la ventana) ¡Ah! ahí están las maletas del Sr. Henry que François, el cochero, está metiendo en su carreta. El Sr. Henry se va, ¿no es así?... Se va... para siempre... ¡Usted lo ha expulsado!... Él es desgraciado también... Se va para siempre, dice, bien lejos, para siempre... creo que enseguida... ahora... sería imposible que usted le dijese: Quédese... Pero dentro de mucho tiempo, dentro de... tres años... dentro de dos años...  tal vez (Mirando siempre a la ventana) Sr. Thomassin. Está a punto de partir. Se descubre para saludar una última vez esta casa. Si usted le permitiese... voy a decirle que puede esperar a que... más tarde... Usted quiere, ¿verdad, señor... usted quiere?
THOMASSIN (después de un tiempo).- ¡No! A aquella cuya falta ha sido expiada por la muerte, puedo perdonarla... ¡Y la perdono! (Extendiendo la mano hacia la ventana.) ¡A él... jamás!

FIN

Reseñas periodísticas de la época donde se alude a Guy de Maupassant como coautor de esta obra.