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"El 13 de enero de 1883, en el pequeño Teatro Cluny, tuvo
lugar la primera representación de Madame Thomassin, una pieza firmada por
William Busnach. Algunos críticos teatrales contemporáneos designaban ya a Guy
de Maupassant como el autor. Pero él jamás reconoció la paternidad de esta
obra." (Ver las reseñas de la prensa)
MADAME THOMASSIN
Pieza en un acto
(¿Obra inédita escrita en colaboración con William Busnach?)
El escenario representa una
habitación. Una cama con su dosel completamente cerrado. Amueblada con gusto
burgués. A la derecha, un pequeño secreter de madera rosada. Un vestido de
mujer, oscuro pero bastante elegante, estirado a lo largo de un sofá. A la
izquierda, una cómoda, una mesa y sillas. Una ventana a la izquierda. Puerta al
fondo, puerta a la derecha, una chimenea. Frascos sobre la chimenea. Unos
guantes sobre la cómoda cerca de un cinturón con hebilla. Diversos objetos
femeninos dispersos sobre los muebles. Un tenue fuego en la chimenea.
Escena I
THOMASSIN, JULIE
Al levantarse el telón,
Thomassin, completamente vestido de negro, está sentado con los codos apoyados
en la mesa. Sobre esa mesa se encuentra su sombrero con un gran crespón.
JULIE.- ¡Hay que resignarse, Sr. Thomassin! Todo el
mundo está a punto de llegar... Debe serenarse un poco.
THOMASSIN (agobiado).- No puedo...
JULIE.- Quedaron a las once (Mirando el reloj de péndulo.) Y acaban de dar las
diez y media... ¡Van a venir a buscar a mi pobre ama!
THOMASSIN.- ¡Van a llevársela... ya! (Llora.)
JULIE (entregándole los guantes de hilo negro).- Tome sus guantes...
THOMASSIN.- Mis guantes...
JULIE.- Sí... los guantes negros que le he comprado para la ceremonia... Vamos,
Señor, vamos...
THOMASSIN (sollozando).- ¡Ah! ¡mi pobre Julie, mi pobre Julie!
JULIE.- ¡Hay que resignarse, como ya le dije! Yo también tengo el corazón roto,
señor, ¡pues ella era un poquito mi hija!...¡ah!...sí... ella no me quería como
a una criada, sino casi como a una madre, desde que dejó de tener la suya... yo
había sido su ama de cría, usted lo sabe... (Llorando) ¡Ah! ¡señor,
Señor!
THOMASSIN.- ¡Y ha ocurrido tan rápido, tan rápido! ¡Morir así, en dos horas! ¡Ni
ha habido tiempo de despedirse!
JULIE.- ¡Si al menos se supiese de que ha muerto, la pobre! ¡Nunca había estado
enferma! ¡Y de repente, irse así!
THOMASSIN.- ¡Yo era demasiado feliz! Un hombre no puede tener tanta felicidad.
Para mí también había sido como mi hija, antes de convertirse en mi esposa.
¿Recuerdas, Julie, cuando llegasteis ambas aquí?
JULIE.- ¡Claro que lo recuerdo! ¡oh! sí, señor. Hará cuatro años a finales de
mayo.
THOMASSIN.- Otra cosa se va con ella además. El recuerdo de su padre, ¡mi pobre
Béraud! ¡Un fiel amigo, aquél! con quién he recorrido el mundo durante veinte
años! Hoy, la muerte de la hija me recuerda la del padre. Me sumerjo en negros
recuerdos donde todo mi pasado se agita. ¡Ah! ¡qué excelente hombre, ese Béraud!
JULIE.- ¡Ah! sí, por ejemplo, puede usted decir lo devoto que le era . Cuando
usted dejó de viajar y comenzó a construir navíos, en lugar de subirse a ellos,
él lo seguía por todas partes como un perro por los astilleros.
THOMASSIN.- ¡Y la noche en la que pasó su última jornada!... cuando entré en su
casita bajo los acantilados, creyéndole solamente enfermo, y como te vi llorar
tan fuerte detrás de la puerta, la pequeña arrodillada contra la cama
exclamando: « Papá, mi pobre papá ». Y él, con los
ojos apagados, tratando de levantar su mano para estrechar la mía y moviendo
lentamente los labios de los que no salían mas que estas palabras: «¡Mi
hija!...»
JULIE.-¡Oh! ¡Lo recuerdo muy bien, Sr. Thomassin!...cuando usted hubo dicho: No
temas nada por ella, Antoine, si te ocurre una desgracia, yo te sustituiré...
entonces él emitió un suspiro, como si se elevase una montaña encima de su
pecho...y lo miró con unos ojos en los que había tanta amistad... Luego...volvió
un poco su cabeza hacia la señorita... Y todo acabó. Entonces usted nos ha
traído aquí a ambas, a su casa, a Ingouville, sí... va hacer ya cuatro años...
¡me parece que fue ayer!
THOMASSIN.- Desde ese momento, no dejamos de estar los tres juntos.
JULIE.- ¡Ni un solo día! Y bastó que fuese la señora quién... No es natural...
más bien me correspondía a mí... o a usted, partir antes que mi pobre Sra.
Berthe.
THOMASSIN.- ¡Caramba!...¡oh! ¡no! Dios no es justo...¡ah! Julie mire como sufro.
(muestra su corazón) ¡Es como si se me desgarrase todo esto...(se golpea
el pecho) para arrancarme el corazón! Y cuando pienso que ella era mi esposa
desde hace tan solo dos años! Nada más que dos años de felicidad y se acabó...
¡se acabó para siempre!
JULIE.- Sí... y aquí estamos los dos solos, señor... ¡Ah! sufro tanto como
usted, vea. ¡Y ese pobre Sr. Henry! Si supiese usted como lloraba esta mañana...
Se parece más a un muerto que a un vivo. ¡El también quería mucho a la señora!
Piense que antaño él iba todos los días a casa del Sr. Béraud que era su
padrino... Más tarde él entró en su casa como contable en la construcción de sus
barcos... de hecho, casi al mismo tiempo que nosotros...!
THOMASSIN.- Es un buen muchacho. Él mismo acudió a mí tras la muerte de Antoine
y se afanó en el trabajo como un negro. Hace ya cuatro años que me demuestra su
abnegación mediante su celo y su afecto. Sí... un buen muchacho. Y él es ahora
sobre quién quiero apoyar mi vejez. ¡Ah!... es igual, ¡vamos a ser muy
desgraciados!- y mirarnos cada día con la idea de que ella estaba en este lugar
y que ya no estará nunca más! ¡nunca!...¡nunca!...(Llora sobre el hombro de
Julie)
JULIE (Sollozando).- ¡No llore así, Sr. Thomassin!
Escena II
LOS MISMOS, HENRY
HENRY (entrando emocionado,
muy pálido.).- Señor... Ha llegado todo el mundo... Los obreros del
astillero están aquí... Abajo...delante de la puerta...No tardarán en venir a
buscar...
THOMASSIN.- Bien..Bien...ya bajo... Hijo mío no me queda más que usted ahora.
Tendrá que quererme aun más que antes, ¿verdad?
HENRY (muy turbado).- Yo lo quiero mucho, señor.
THOMASSIN.- ¡Sí, lo sé!... (Lo mira) Usted también, usted también está
afectado... ¡Ella era tan buena con todos!... La quería usted bien, ¿no es así?
HENRY (con un nudo en la garganta.).- Sí, señor...
THOMASSIN.- No me llame más señor. Debemos estrechar nuestros corazones y
decirnos esas palabras que demuestran que uno quiere y que hace quererse. Acaba
de producirse un vacío en esta casa, un vacío tan grande en mí y en torno a mí,
que tengo necesidad de verme rodeado de afecto. Hay que echar ternura en estos
agujeros del corazón. Sin eso, no podría vivir más.
HENRY (con voz entrecortada.).- Me esforzaré en demostrarle mi...
abnegación... estaré... estoy completamente a su disposición, señor.
THOMASSIN.- No me llame «señor», se lo ruego. Dígame « amigo mío »...
HENRY.- Como usted quiera... (Se detiene. Llaman a la puerta del fondo. Julie
entreabre y cierra la puerta tras haber hecho un signo afirmativo con la
cabeza.)
THOMASSIN.- ¿Ya vienen para...?
JULIE (acercándose).- Si... ¡Ánimo, señor!
THOMASSIN.- (con un suspiro desgarrador.).- ¡Ánimo!... (Prorrumpe en
sollozos.) ¿Vienes, Julie? (Coge su sombrero.)
JULIE.- Dentro de un momento, señor. Todas las cosas de la señora todavía están
desordenadas por la habitación. No quiero que usted las encuentre a su
regreso. Iré cuando haya ordenado esto un poco... Además... La iglesia está
ahí... (Muestra la ventana.) ¡Ahí enfrente!
THOMASSIN.- ¡Sí... descansará... casi bajo mis ojos!... Su brazo, Henry.
¡Ánimo!...¡oh! sí... Me hace falta ánimo... (Sale apoyado en el brazo de
Henry, con el pañuelo secándose los ojos.)
Escena III
JULIE (sola, mirándolos
salir.).- Hay que ver... ¡Los viejos se quedan y los jóvenes se van!... ¡Mi
pobre niña!... se les alimenta, se les educa, se les quiere, más que a uno
mismo! ¡Y uno no puede morir antes que ellos!... cuando lo pienso... hace dos
días... ella estaba allí acostada... en su cama. Era por la mañana. Le llevé su
desayuno, como de costumbre... Ella me dijo: «¡Gracias, mi buena Julie! » Hace
dos días... Entonces me pareció que tenía la voz un poco cambiada, y los ojos
grandes... Pero no presté más atención... Luego, un momento después.... cuando
volví a entrar...me extrañé de que todavía no se hubiese levantado... ¡no se
movía, como si durmiese!... ¡La llamé!, la tomé por la mano... ¡Dios Santo!
Estaba fría, estaba muerta. Algo se había roto en su interior... (Seca los
ojos) Vamos... ordenemos todo esto... aquí está su vestido... un par de
guantes... los últimos que ha llevado... todo su ajuar...¡Apenas me atrevo a
tocarlo!... (Se deja caer sobre una silla).
Escena IV
HENRY, JULIE
(Henry
entra rápidamente, parece sorprendido al advertir a Julie.)
HENRY.- Cómo Julie... ¡No está usted en...?
JULIE.- Dios mío... cómo ha pasado el tiempo... Sr. Henry... no he acabado de
ordenar... Me parece que tengo los brazos rotos y las piernas también... no
puedo moverme más... ¿pero usted? ¡El oficio no pudo haber acabado todavía!
HENRY.- No... (Con embarazo) Se me ha ocurrido una idea. El Sr. Thomassin
no tenía breviario... entonces he pensado en venir a buscar el de la señora.
¿Dónde está, Julie?
JULIE.- No lo sé, señor... no lo veo...
HENRY.- Voy a tratar de encontrarlo...
JULIE.- Tal vez esté allí encima... (Se dirige a la cómoda.) No...
HENRY.- Lo encontraré... lo encontraré... vaya, Julie...
JULIE.- Sí, sí... señor. (Sale de la habitación con un gesto de extrañeza.)
Escena V
HENRY, JULIE
HENRY (Solo. Apenas ha
salido Julie, pasa el cerrojo y luego corre a arrodillarse ante la cama de la
Sra. Thomassin, sollozando sin decir nada durante un minuto. Luego se incorpora,
va hacia la cómoda, toma el par de guantes dejados por Julie y los besa
febrilmente.).- ¡Berthe!... ¡adorada mía!... ¡Estos objetos que fueron tuyos
me queman al tocarlos! ¡qué tortura! ¡No haber amado más que a un ser en la
vida, sino idolatrarlo! No vivir más que por ella... haber aceptado todo por
vivir cerca de ella, no tener más que un deseo, un sueño, una esperanza, más que
un pensamiento. Ella... Poseerla finalmente gracias a toda la intensidad de este
amor... y luego, de súbito, perderla, perderla para siempre, sin que quede nada
más de ella, excepto algunos objetos que parecen también muertos... (se levanta
bruscamente) ¡Veamos, veamos!... No he venido aquí para llorar!... ¿Dónde puede
estar?... Debo encontrar esa carta.. ¡La única que le he escrito!...
Ahí...seguramente... (abre el secreter registrando los cajones.) ¡No...
Nada!... es terrible... ¿Dónde ha podido esconderla? Tal vez la haya quemado...
¡Sí...la habrá quemado!... Si él la encontrase... Poco me importa a mí... Pero
ella... Me parece que después de su muerte, eso sería peor que si aún estuviese viva! ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Nada! ¡estaré sometido a ese terror a todas
horas suspendido sobre mi!
(Llaman a la puerta)
Voz de JULIE (Desde fuera).- ¡Señor... Sr. Henry!
HENRY.- ¡Ah! (Va a abrir.)
Escena VI
JULIE, HENRY
JULIE.- ¿Porqué ha pasado usted
la cerradura, Sr. Henry?
HENRY (Con decisión).- Lo hice sin darme cuenta... Julie... por
supuesto...
JULIE.- ¡Ah! bueno. ¿Y el breviario de la señora?
HENRY.- He intentado buscarlo...
(En ese momento se oye el órgano en el exterior y el Dies irae,
cantado por las voces infantiles del coro. Julie cae de rodillas.)
JULIE.- Padre Nuestro, que estás en los Cielos, acógela en tu seno. (Henry se
inclina sobre una silla y llora silenciosamente.) Usted también está muy
apenado, Sr. Henry... ¡oh! sí, yo sé bien que usted la quería mucho... Ella le
correspondía...¡pobre querida mujer!
HENRY (Con turbación.).- En efecto... La Sra. Thomassin...
JULIE.- ¡Oh! ahora puedo decírselo Sr. Henry. Ella me hablaba de usted muy a
menudo: no estoy segura si se daba cuenta de que lo quería a usted... más
de lo que debía, - ¡tal vez!
(En el exterior cesan los cantos.)
HENRY (violentamente).- ¡Eso no es cierto!... Usted no sabe lo que
dice... Ella nunca me ha querido así... Y tenga cuidado en no repetir semejantes
tonterías, entiende, Julie, cuídese mucho de ello. (Sale vivamente).
Escena VII
JULIE (sola).- Pobre
muchacho... ¡Ah! sí, si, creo que es cierto... Desde hace algún
tiempo, la señora estaba muy rara... la sorprendí dos o tres veces llorando...
¡Quizás porque se había dado cuenta de lo que decía su corazón! (Fuera se
oyen las campanas, ella comienza a ordenar.) ¡Ah! ¡el oficio ha acabado!...
(Percibe un libro oculto por el dosel.) ¡Ah! aquí está el libro que el
Sr. Henry tanto ha buscado. (Lo toma y se levanta, lo abre, cae una carta,
ella la recoge.) Un papel... (Lo examina, le da vueltas y lo vuelve a
colocar entre las páginas del libro.)
Escena VIII
JULIE, THOMASSIN, HENRY
(Viendo a Thomassin y a
Henry, Julie va al encuentro de ambos después de haber depositado el libro sobre
la mesa.)
THOMASSIN.- ¡Ah! ¡no puedo más!
HENRY.- Por favor, quédese aquí... Julie va a cuidarlo un poco señor... amigo mío,
yo volveré allá....
THOMASSIN.- Sí... acompáñela hasta el final... se lo ruego... Yo, yo no puedo
más, me caería.
JULIE.- Vaya...vaya...Sr. Henry.
(Henry mira un momento a Thomassin y sale.)
Escena IX
JULIE, THOMASSIN
THOMASSIN (respira
agitadamente.).- En la iglesia he creído que me encontraría mal antes de que la
misa fuese oficiada... Por un momento busqué a Henry... No lo he visto cerca de
mí... He tenido miedo. Fue necesario que me agarrarse a una silla.
JULIE.- Él había venido a buscar el breviario de la señora para usted, Sr.
Thomassin, pero no lo encontramos. Lo encontré después de que el Sr. Henry se
hubiese marchado...allí... (muestra bajo la cama)
THOMASSIN.- Su misal. Démelo, Julie, ¡quiero rezar por ella!... (Abre el
libro y percibe el papel.) ¿Qué es esto?
JULIE.- No lo sé, señor... Ha caído del libro... Y como yo no sé leer...
THOMASSIN (incorporándose.).- Tal vez sintiéndose morir, ella habrá
escrito... (Deposita el libro sobre la mesa y abre la carta.) la
escritura de... (comienza a leer, da algunos pasos como si no pudiese creer
lo que sus ojos leían, luego mira intensamente la escritura con ojos
desencajados, la boca convulsa, a continuación la carta le resbala de las manos
y cae cara abajo sobre el canapé, emitiendo un grito desgarrador.) ¡Ah!
¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Dios mío!
JULIE (azorada.).- ¿Qué ocurre?... ¡Señor! ¡Auxilio! ¡Que puede haber en
ese papel! ¡Auxilio!... ¡Sr. Thomassin! ¡Sr. Thomassin! (Ella le arroja agua
al rostro, le golpea en las manos. Él abre los ojos como aturdido.) ¿Está
mejor, señor? (Silencio.) Sí, ya está mejor, ¿verdad? (Un nuevo
silencio.) ¡Vamos, respóndame, vamos, no me asuste!...
THOMASSIN (levantándose.).- ¡Qué infamia! (Mira el papel a sus pies.)
Ese papel embadurnado de tinta, mira eso, Julie... ¡Eso!... (Violentamente.)
Es la vergüenza, es la traición, es mi corazón destrozado...¡Es mi hogar
deshonrado por dos miserables!
JULIE.- ¡Ah! señor, señor, ¿qué es lo que ocurre? Siéntese ahí... y espere.
Corro a buscar al Sr. Henry.
THOMASSIN.- (Levantándose.).- ¡Él!... ¡oh! ¡que no entre aquí, lo
mataría!...
JULIE.- El Sr. Henry... (Aparte.) ¡Ah! ¡ya entiendo!
THOMASSIN.- Esos dos ahí... Los dos (recoge la carta con frenesí, la abre y
la lee.) ¡Oh! ¡infames! (Arruga la carta y la arroja al suelo.) No
hay pues nada en este mundo, ni por encima de él!... ¡Nada!... ¡Ni buena fe, ni
justicia, ni honor, ni fidelidad, ni Dios!...
JULIE (Aparte.).- ¿Qué dice ahí? (En voz alta) ¿Sr. Thomassin?
THOMASSIN.- No me hable... no quiero que se me hable, quiero estar solo... ¡Pero
aquí no! ¡Oh! ¡no!. Aquí sufro demasiado. (Se precipita a su habitación.)
Escena X
JULIE sola, luego HENRY
JULIE.- ¡Será posible, todo
esto!
(Se abre la puerta, aparece Henry.)
HENRY (Entrando.).- ¿Dónde está el Sr. Thomassin?
(Julie se baja, recoge la carta, la desarruga y la tiende a Henry.)
JULIE.- Sr. Henry... ¿quiere usted decirme que hay escrito aquí?
HENRY (arrancándole la carta de las manos.).- ¿Dónde ha encontrado usted
esta carta? ¡Respóndame!
JULIE (despacio).- ¡En el misal de la señora! No sospechando de lo que se
trataba, he hablado de ello al señor, y entonces...
HENRY.- ¡Desgraciada! Él ha leído...
JULIE.- ¡Sí!... ¡Luego se ha vuelto como loco!
HENRY.- ¡Ah! Julie... ¿qué es lo que ha hecho?... ¡no me queda más que huir de
esta casa!...
JULIE.- Sr. Henry, usted sabe que la señora era casi mi hija. Usted no se irá
antes de haberme dicho... Quiero saber si puedo perdonarla por no haber sido una
mujer decente.
HENRY.- ¡Ah! ¡Es culpa mía, Julie! Te lo juro... ¡Solamente culpa mía! ¡si
supieras como la amaba! - Sí, tú lo sabías! Puesto que habías adivinado que
ella también me amaba. ¡Yo, yo la adoraba desde hace mucho tiempo! Siendo aún
muy pequeño, en el fondo de mi corazón, ya me decía...¡Tendrá que ser mi
esposa!... Luego pasaron los años. Yo crecí con ese pensamiento ante los ojos...
¡Trabajaba tanto para conseguir merecerla! De pronto su padre muere... ¡ella
viene aquí! Entonces para no vivir alejado de ella, he sacrificado todo, mi
porvenir, mi fortuna, todo, y me he puesto a trabajar en los astilleros del Sr. Thomassin... El día en el que se decidió que ella se convertiría en su
esposa...¡ah! no sé como no he muerto de rabia y de sufrimiento. ¡Ah! ¡más
habría valido!
JULIE (fríamente).- ¿Y luego?
HENRY.- Luego, Dios mío, luego casi había acabado por hacerme a la idea de que
ella nunca sería más que una hermana para mí... pero una tarde, el pasado mes,
estábamos solos...nos miramos... Ella se puso a llorar de repente, y yo me di
cuenta de que me amaba. Entonces caí a sus pies... la tomé en mis brazos. ¡Ah! ¡Julie!
esa hora de olvido ha sido la única, te lo juro. ¿Por qué quieres que te lo
jure? ¡Mira! Te lo juro por lo que hay para mí más sagrado en el mundo... por el
recuerdo de aquella que desde ayer falta, ella ha huido de mi... Nunca más, no
ha querido encontrarse a solas conmigo. Hace tres días, enloquecido de pasión, le
escribí esta carta en la que le recordaba... sí... me atreví... No me
respondió... ¡Al día siguiente murió!...
JULIE.- Pobre, pobre señora... ¡Fue el remordimiento lo que la mató!
HENRY (aparte.).- ¡El remordimiento, no!
(En ese momento, la puerta por la que ha salido Thomassin se vuelve a abrir.
Reaparece con la cabeza baja. Ve a Henry y hace un terrible gesto de amenaza...
Henry y Julie lo advierten entonces.)
Escena XI
THOMASSIN, HENRY
(Un minuto de silencio. Los dos hombres se miran.)
THOMASSIN.- No intente decir: ¡no! ¡No intente mentir!...
¡Estoy seguro!... Así que uno entra en la casa de un hombre honrado, se
hace querer por él como un hijo y se le roba su felicidad, su alegría, la mujer
a la que adoraba con toda su alma, e incluso ni le permite el postrer consuelo de respetarla en su tumba... ¡Es usted un miserable!
HENRY.- Diga lo que quiera, señor, no le responderé.
THOMASSIN.- ¡Oh! Me gustaría hacerlo sufrir como ningún hombre haya sufrido,
pues usted ha cometido una cobardía sin igual. Desde luego...así lo creo... ¡sin
igual!... Pues yo los miraba a ambos como a mis hijos... ¡Y me parece que esto
casi es un incesto! ¡Es usted un miserable!
HENRY.- No le contestaré.
THOMASSIN.- Usted, todavía... usted no me había prometido nada... pero su
cómplice... Es una...
HENRY (suplicando.).- ¡Señor!... Señor... ¡Está muerta!...
THOMASSIN (enloquecido).- ¡Tanto mejor!... ¡Me alegra que esté muerta!...
HENRY.- ¡Cállese...cállese!
THOMASSIN.- Usted lo ha dicho... ¡Quisiera usted hacerme callar ahora!
¡Usted!... ah, no comprende porque tenía el aspecto calmado cuando entré, era
porque quería... quería que usted confesase... Pero se atreve... ¿No ve usted
que muero de ganas de estrangularlo?
HENRY.- ¡Oh! No me defendería... Yo, todo lo que usted quiera, pero se lo
suplico, no hable de ella así... ¡Porque usted no sabe!... ¡Ella se ha
suicidado, señor!
THOMASSIN (estremeciéndose.)- ¡Eh!
HENRY.- Ella se ha matado porque creía amarme y no se atrevía a seguir siendo su
esposa.
THOMASSIN.- ¡Eso no es cierto!
HENRY (extrayendo un frasco de su bolsillo).- Aquí está lo que he
encontrado, un frasco que había pasado desapercibido. Me he informado... ¡es
casi fulminante!
THOMASSIN.- ¡Desgraciado!... ¡Tú la has matado!
HENRY.- ¡Eh! ¡Sé bien que fui yo!... Pero déjeme decirle... Sí... soy un
miserable... No le pido que me perdone.
THOMASSIN.-¡Perdonarte!... á tí... ¡por quién todo lo que constituía mi
felicidad ha desaparecido! (va hacia la ventana y arranca una barra
transversal de hierro que la cierra. Luego avanza hacia Henry, la mirada
amenazadora, terrible.) ¡Perdonarte!... ¡Tú bromeas, me parece!
HENRY.- ¡Deténgase... Señor! No vale la pena cometer un crimen. Desde el momento
en el que usted exige mi muerte... ¡me haré justicia a mi mismo!
THOMASSIN (dejando caer la barra de hierro mirando a Henry.).- ¿Cómo?
HENRY.- ¡Con esto... como ella!... ¡Queda bastante para matarme! (Thomassin
hace un gesto como para detenerlo, luego lo mira - Henry va hacia la cómoda,
toma un vaso y vierte agua, echando con frialdad en esa agua el contenido del
veneno.) ¡Ah! ¡qué feliz soy!... ¡voy a sufrir como ella ha sufrido, morir
como ella ha muerto! Y tal vez, ¿quién sabe?... tenga la esperanza de
encontrarla más allá... Si eso no es una mentira... (Lleva el vaso a sus
labios.)
THOMASSIN (con un gesto furioso le arranca el vaso y lo arroja al suelo.).- ¡No!
¡Eso no podría ser! ¡Yo no lo quiero! ¡Encontrarla...tú!... ¡Todas
las noches os vería juntos! ¡No quiero! ¡Cuando pienso que te llamaba hijo mío!
como quería conservarte siempre cerca de mí... en esta casa.
HENRY.- Yo también, señor, antes, saliendo de allí (señala la ventana.) de
quedar cerca de usted, siempre; de hacerle la vida tan dulce como fuese posible,
y como uno paga en secreto una deuda sagrada... Y luego quería vivir aquí...
donde todo me habla de ella.
THOMASSIN (Con un grito.).- ¡Ah! ¡puedo entonces torturarlo a mi
antojo!... Vivir lejos de esta casa, lejos de todo lo que se la recuerda, eso es
lo que le romperá el corazón, ¿no es así? ¡Váyase... lo expulso!
HENRY.- Señor...
THOMASSIN.- Lo expulso... Y puesto que usted ha jurado obedecerme, le ordeno que
parta para el campo. ¡Le prohíbo que vaya a rezar a su tumba antes de alejarse
para siempre! Orar sobre esa muerta que usted ha provocado, se lo prohíbo, ¿me
entiende? ¡se lo prohíbo!
HENRY.- Bien, señor... (En ese momento se abre la puerta. Aparece Julie. Él
va hacia sus brazos diciendo.) ¡Ah! Julie... Julie... ¡qué desgraciado
soy!... (Sin responder nada, Julie le empuja suavemente por los hombros y
cierra la puerta tras él.)
Escena XII
THOMASSIN, JULIE
THOMASSIN (A sí mismo.).- Desgraciado...¡Y yo! Mi vida se ha
acabado... Y decir que esta mañana me compadecía! ¡Esta mañana no tenía más que
llorar su muerte!... ¡ahora necesito llorar su vida!
JULIE (dulcemente).- Señor...
THOMASSIN (sin oírla).- ¡Solo! ¡Completamente solo a partir de ahora! Sin nadie
con quién hablar de ella.
JULIE (dulcemente).- Sr. Thomassin...
THOMASSIN (advirtiéndola.).- ¡Tú!... ¡ah! sí... ¡contigo...podría hablar!
JULIE (con humildad).- Sr. Thomassin... vengo a decirle que me voy...
THOMASSIN.- ¿Cómo?
JULIE.- Amaba demasiado a mi pobre señora, decididamente, y no quiero quedar con
usted. ¡O más bien no puedo!
THOMASSIN.- ¿Por qué?...
JULIE.- Porque reflexionando, Sr. Thomassin, me he dicho que en el fondo ¡fue
usted quién ha hecho morir a la pobre mujer!
THOMASSIN.- Yo...yo... ¡Estás loca, Julie! ¡Fue ese desgraciado!...
JULIE (fríamente).- Fue usted, señor...
JULIE.- ¡Si la señora está muerta, es por su culpa! (Movimiento de Thomassin)
Cuando se tiene la edad que usted tiene, uno no se casa con una niña como ella... ¡Antes de querer su corazón, es necesario informarse
de si otro no lo poseía
ya!
THOMASSIN.- Ella me había dicho que me amaba. Sí... me lo había dicho.
JULIE.- ¡Y que sabía ella! ¡Y que conocía ella de la vida!... Pues bien, sí,
ella lo amaba... ¡por gratitud!... como se ama a un padre... Eso es, un padre del
que tenía necesidad, Sr. Thomassin.
THOMASSIN.- Bien...¡vete! Tú también, eres malvada. Todas las mujeres son
malvadas... Vete...¡moriré solo! Completamente solo, ¡cómo un perro! Vete, soy yo
quién te echo ahora. Vete enseguida (Rompiendo a llorar.) ¡Ah! ¡Julie! ¡mi buena
Julie! te lo suplico... ¡no me abandones!
JULIE (Con afecto.).- ¡No! Sr. Thomassin... no tema nada... Sería una
abominación dejarlo completamente solo. Creo desde luego que usted ha sido un poco
la causa. Pero veo que no es culpa suya... (Con intención) Y cuando eso
no es por su culpa... uno no debe quererlo tampoco demasiado en los demás. (Va
hacia la ventana) ¡Ah! ahí están las maletas del Sr. Henry que François, el
cochero, está metiendo en su carreta. El Sr. Henry se va, ¿no es así?... Se
va... para siempre... ¡Usted lo ha expulsado!... Él es desgraciado también... Se
va para siempre, dice, bien lejos, para siempre... creo que enseguida...
ahora... sería imposible que usted le dijese: Quédese... Pero dentro de mucho
tiempo, dentro de... tres años... dentro de dos años... tal vez (Mirando
siempre a la ventana) Sr. Thomassin. Está a punto de partir. Se descubre
para saludar una última vez esta casa. Si usted le permitiese... voy a decirle
que puede esperar a que... más tarde... Usted quiere, ¿verdad, señor... usted
quiere?
THOMASSIN (después de un tiempo).- ¡No! A aquella cuya falta ha sido
expiada por la muerte, puedo perdonarla... ¡Y la perdono! (Extendiendo la mano
hacia la ventana.) ¡A él... jamás!
FIN
Reseñas periodísticas de la época donde se alude a Guy de
Maupassant como coautor de esta obra. |