EL BESO ENJAULADO

Desde niño estaba enamorado de ella. Sufría mucho a causa de este amor. No era que ella no le amase, pero ocurría que sus padres no querían consentir ese matrimonio. Cierta vez que él la acechaba, – era un poco antes de la aurora, cuando el alba duda en nacer, – la vio, tan rubia y tan blanca, en la ventana. Ella miraba el cielo pálido de la mañana, él la miraba a ella, el alba también. Encantada por la claridad naciente, ella hizo el bonito e ingenuo ademán – creyendo que nadie la veía – de enviar, desde sus dedos rosas, un beso al día que surgía; al mismo tiempo, un pájaro recién despertado emitía sus trinos bajo el cielo, como si ese leve sonido hubiese sido el canto del ademán que ella había hecho. El enamorado vio el beso, oyó la voz, persiguió al pájaro a través de todas las ramas del bosque. Lo atrapó y lo llevó a su casa. Ahora es muy feliz, pues, de la mañana a la noche, a todas horas, oye cantar en la jaula al beso de su amada.

Traducción de José M. Ramos
para http://www.iesxunqueira1.com/mendes