EL ERROR PERDONABLE

Sobre la suave sábana de satén, bordada con encajes venecianos, tres amorcillos completamente desnudos juegan a las canicas para divertirse, mientras que Mésange sueña con nuestros besos, con la boca un poco entreabierta, y la camisa deslizada por debajo del joven pecho que palpita.

Pero ellos dejan a los colegiales de las calles las ruines bolas de silex y ágata. Es con rubíes rojos y topacios verdes como al lado de la dormida, sobre la suave sabana de satén, bordada con encajes venecianos, tres amorcillos completamente desnudos juegan a las canicas para divertirse.

De pronto: «¡Ay!», exclama Mésange en un sobresalto de avecilla herida. ¿Que ha ocurrido y de qué se queja ella así, interrumpiendo sus tiernos pensamientos? Uno de los Amores, por un lamentable error, ha lanzado su canica golpeando la fina cima rojiza de uno de los senos de mi amada sobre la suave sábana de satén, bordada con encajes venecianos.

Traducción de José M. Ramos
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